El jefe del radicalismo lo niega. Dice que trabajará para Cobos y Alfonsín. Lo tienta, sí, la gobernación de Mendoza. ¿La ruptura con Carrió?: “Un alivio”.

Sanz, ¿candidato a presidente?

Por UNO

La política nacional está al rojo vivo. No es ninguna novedad. Siempre está al rojo vivo.

Siempre se halla en estado de gravidez, pensando y actuando según las próximas elecciones,

por más lejos que estén.

Así, no hay descanso ni tregua, ni posibilidad alguna de pensar políticas de Estado.

En esa vorágine de la coyuntura, Néstor Kirchner recorre el país como un poseso, abonando su

candidatura a presidente. Cada día, cada hora, urde una operación política y desata un minihuracán.

La oposición, atolondrada, no puede escapar a su lógica y lo sigue como un zombi.

También Elisa Carrió es una traetormentas enfermiza y crónica. Por eso, Kirchner la sobrecoge

de pasión, porque baila, como ella, todo el tiempo sobre la furia y el fuego bíblico.

Carrió anunció esta semana su enésima ruptura, ahora dentro del Acuerdo Cívico y Social, y ya

no causa sorpresa.

¿Fue un golpe de nocaut para la UCR, el principal socio de dicha coalición? ¿O fue

simplemente una molestia menor, un dolor de muelas?

Ni lo uno ni lo otro.

Fue un alivio.

Un verdadero alivio, celebrado en voz baja por unos cuantos, aunque en público se dijera otra

cosa.

No amariconarse

El senador Ernesto Sanz, presidente de la UCR, "bajó" este fin de semana a su San Rafael

natal. El riguroso frío del invierno sureño lo ayudó a atenuar las llamas del infierno "lilito".

"Es mejor que la ruptura haya ocurrido ahora. Estamos recién en etapa de construcción y con

mucho tiempo por delante", explica, calmo, desde el hielo.

Es uno de los aliviados por el divorcio. Tener a Lilita adentro era como estar durmiendo con

el enemigo. Así lo vivió hasta ahora.

Senador con vuelo propio y alto perfil, añade una consideración enteramente profesional: "

Ahora vamos a tener liderazgo en el Congreso. Carrió se había adueñado de todo el escenario".

¿Cabe el arrepentimiento y que haya marcha atrás?

Sanz no lo encuentra factible. La separación es "irreversible".

Tal seguridad se fundamenta en la íntima convicción de que a Carrió no le gustó la

recuperación del radicalismo, no la admite. "Lo que quiere Lilita es una conducción amariconada del

partido detrás de ella".

Ninguno de los referentes, está claro, cedió a sus caprichos. Cobos, Alfonsín, Sanz le fueron

parando el carro sucesivamente, también Stolbizer y Binner. Todos... hasta llegar al estallido.

Sin dramatizar, entonces, Sanz traza la futura hoja de ruta: "Tenemos que ir cerrando filas y

trabajando con nuestros verdaderos aliados, como son el socialismo y el GEN de Margarita Stolbizer",

señala, en completa sintonía con Cobos.

Otra línea, de gran importancia, hacia adelante, también en afinidad con el vicepresidente,

es el interés en llegar a un acuerdo de gobernabilidad con el peronismo federal, una vez que se

produzca la segunda vuelta en los comicios del año próximo.

En aras de esa construcción, similar, en espíritu, al Pacto de la Moncloa español, es que

trabajan afanosamente Eduardo Duhalde y Rodolfo Terragno.

Sería la primera vez que ocurriría algo así en la historia política argentina y se

entusiasman sus gestores.

Un presidenciable confiable

Nuestra provincia seguirá jugando un rol protagónico en la vida interna del principal partido

de la oposición.

Dos de los tres presidenciables que tiene la UCR, Cobos y Sanz, son mendocinos.

¿Por qué se coló Sanz entre los dos máximos competidores a la candidatura presidencial, Cobos

y Ricardo Alfonsín?

Por desconfianza pura y simple. La principal deuda del radicalismo es con la gobernabilidad.

Sus últimos presidentes, Illia, Alfonsín, De la Rúa, se fueron antes de tiempo, estragados por

hecatombes fenomenales.

Ni Alfonsín Jr. ni Cobos dan absolutas garantías de que el tropezón no se repetirá.

Es en este punto cuando surge el nombre de Sanz, aunque todavía no mida aceptablemente en las

encuestas de popularidad.

Joaquín Morales Solá, en su influyente columna dominical de La Nación, daba cuenta, hace una

semana, de las dudas que aquejan a los líderes empresarios congregados en la Unión Industrial: "El

problema de esos hombres de negocios es que ven falencias políticas o de gobernabilidad tanto en

Julio Cobos como en Ricardo Alfonsín. ¿Quién, entonces, en lugar de ellos? El candidato surge casi

por unanimidad: el senador Ernesto Sanz, actual presidente del radicalismo".

Un día después, Ámbito Financiero deslizó idéntica suposición.

Alfredo Leuco viene de especular, en Perfil, sobre un eventual "renunciamiento" de Alfonsín y

Cobos a sus candidaturas. "En este hipotético caso –señala– el binomio presidencial estaría

conformado por Ernesto Sanz y Hermes Binner en cualquier orden".

Sanz se rebela contra este encadenamiento de versiones: "No va a suceder. Yo mismo lo voy a

desalentar ", enfatizó.

El fundamento de su rotunda negativa está en la razonabilidad política: "Si yo entro en la

competencia, de inmediato me vuelvo poco confiable. Soy el que debe custodiar y darle solidez al

partido, y asegurarles tranquilidad a los dos candidatos".

La repregunta, en este punto, es inevitable: pero ¿dan garantías Cobos y Alfonsín de

gobernabilidad? ¿Tranquilizan?

Según el senador, se ha producido una evolución genética en la UCR, un salto darwiniano luego

de tantos deslices: "Hay una generación diferente de radicales. Somos los que nacimos y crecimos

políticamente bajo el período de Alfonsín. Lo que nos define y nos distingue es que no le tenemos

miedo al poder".

En cuanto a Cobos y a Alfonsín, ambos están en la línea de largada. Les ha llegado la hora de

participar. De entrar a la cancha y de jugar. La responsabilidad de generar confianza es sólo de

ellos de aquí en más.

¿Todo esto quiere decir que Sanz quizá pruebe suerte para la gobernación en Mendoza?

Lo acepta.

"Puedo ser uno de los candidatos. Es cierto", afirma.

Pero no lo inquieta.

Entiende que el radicalismo provincial tiene cinco o seis postulantes de primer nivel como

Iglesias, Fayad, Cornejo y compañía, que aseguran una buena elección. "Tendrá que ser el que logre

el máximo consenso entre la gente. Voy a ser respetuoso de esa realidad", sostiene, admitiendo, con

sinceridad desnuda, que su apoyo a la ley de matrimonio gay le hizo perder entre 7 y 8 puntos en la

consideración del mendocino medio.

Son las dualidades que atormentan a la oposición. Las trampas que les tiende Kirchner y que

ellos pisan sin cesar.

"Cada vez que Cobos critica al Gobierno, siendo vicepresidente, mi profesora de Educación

Cívica sufre un cólico renal", escribía ayer una chica en Twitter.

De esos y otros pecados deberá cuidarse el radicalismo para volver a ser opción de poder.