Cuando ponemos en primer lugar al otro o creemos que estamos en deuda, o cuando buscamos satisfacer las necesidades de la otra persona, esto suele poner en peligro a las personas que son proclives a transformarse en víctimas de la manipulación.
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Romper el círculo del manipulador

Por UNO
*Psicólogo, sexólogo y escritor. Autor de los best sellers Gente tóxica, Quiero un cambio y Fracasos exitosos, entre otros.

Cuando ponemos en primer lugar al otro o creemos que estamos en deuda, o cuando buscamos satisfacer las necesidades de la otra persona, esto suele poner en peligro a las personas que son proclives a transformarse en víctimas de la manipulación.

Las frases de una persona que hace algo bajo el efecto de la manipulación pueden ser: “Lo hago porque el otro lo necesita; lo hago porque le debo tanto; lo hago porque sé que él lo valora”.

Los hombres y mujeres manipuladores se alimentan de las falsas creencias de quienes son manipulados, pero sin ellas perderán su encanto. Partimos de una buena actitud. Por ejemplo, dar es maravilloso; sin embargo los excesivos deseos de ayudar y conformar al otro nos pueden convertir en sus víctimas si no estamos nosotros mismos correctamente ubicados en la lista de prioridades.

Es preciso recordar que el manipulador no elige a cualquiera sino a aquellos que pueden darle un beneficio. Por eso no es malo ser más selectivos a la hora de dar: dar inteligentemente. Y sin olvidar que poner al otro en primer lugar puede estar ocultando una búsqueda de reconocimiento y la necesidad de validación a cualquier precio y esto puede hacernos efectivamente pagar cualquier precio.

Entre las víctimas de la manipulación encontramos a una mujer manipulada por su pareja diciendo: “Es que lo amo demasiado”, “él es tan lindo”, “me da pena dejarlo”. Posiblemente la idealización no le permite ve la realidad.

También podemos hallar a una madre “culpógena” que no puede hacer nada para ella pues siente que “se debe” a su familia; excesiva culpa requiere ver bien los límites.

En otro ejemplo las personas excesivamente responsables se combinan con un jefe manipulador que abusa de su sentido de la responsabilidad y puede sobrecargarlas.

Está en nosotros elegir no sacrificar nuestra dignidad; este en un valor que nos llevará en la dirección correcta, la que alimenta nuestra estima. Aprender a cuidarnos es un trabajo difícil pero no imposible, por eso decir no cuando es necesario no está mal. Si logramos evaluar nuestras motivaciones y deshacernos de los espejismos tendremos gran parte de la batalla ganada.

Por eso no debemos exponernos, los manipuladores estudian a las personas en busca de su vulnerabilidad y suelen tener como objetivo a las personas codependientes, crédulas, llenas de culpa, personas a las que les cuesta decir no y que temen la confrontación.