Piscis

Por UNO

"Escoleosis", la columna torcida de Ariel Robert

Al menos sobre la fecha no hay controversias, casi un milagro. Doscientos treinta y seis años atrás veía la luz por primera vez , ya sin la protección del vientre de su madre, José Francisco. Según las cuentas, a los once lo admitieron como cadete, no para hacer mandados, claro, sino para formarse en la carrera militar. Luego empuñaría las armas, precisamente, para emanicaprse de los mismos que lo instruían. Nunca fue envidiable por su estado de salud.

Tenía 3 años cuando, junto a sus papás y hermanos, partió desde Corrientes a Buenos Aires, como la canción de Gieco.

Antes de residir en Mendoza vivió en Córdoba, pero se escribía con bastante frecuencia con su amigos de aquí. Obviamente una frecuencia que hoy con los mails llamaríamos eternidad.

Pensar que hoy es impensable que en una misma tribuna se reúnan los seguidores de Godoy Cruz con los de San Martín, sin un conflicto violento. Describe lo creativos que somos para banalizar la historia…Lo pintan como un tipo amable. Afectuoso.

Según podemos leer , los astrólogos coinciden en que los nacidos por estas fechas, según el zodíaco, son piscianos. Las características que los describen, veamos: son proclives a resolver y actuar desde lo emocional. Su costado racional no es lo que los destaca. Suelen esquivarle a responsabilidades mayores. Les resulta incómodo respetar las convenciones y lo más significativo, carecen de la energía y la vocación para luchar por espacios de poder. A propósito y sin aventurarme en algo tan ajeno a mí como es la astrología, deduzco que, este personaje se rebeló ante los designios planetarios o los horóscopos también conspiran contra los relatos de la historia. Me inclino más por esto último, recordando al último presidente electo de nuestra contemporánea y siempre controversial política.A los 36 años, José Francisco, ya casado con una jovencita, se afincó por acá y le tocó en suerte ser Gobernador Intendente.

Alberdi, Sarmiento y Mitre, tres influyentes periodistas, escritores y actores de la política de Argentina hablaron y escribieron bastante sobre él. Como ocurre siempre, hay para elegir, pero todo indica que fue Mitre el que hizo más para rescatarlo del olvido. Sarmiento tuvo una entrevista personal cuando José Francisco estaba en su exilio francés. Demoró más de dos décadas en escribir demasiado sobre aquél encuentro. Y digo esto porque hay testigos que afirman que San Martín no era muy locuaz y mucho menos para referirse a su propio pasado. Y el sanjuanino nunca logró superar el celo que le produjo aquél gesto del protector del Perú, en regalarle su sable corvo nada menos que a su enemigo eterno, Ortiz de Rosas. Suficiente motivo para que no fuese demasiado fidedigno en transcribir su conversación sin su re interpretación de lo escuchado.

Suena raro cuando desangelamos los sucesos.

Quien pergeñó y llevó adelante la empresa emancipadora del Sur del continente tuvo tardíos reconocimientos. Y me animo a decir que hasta ese tardío homenaje no surgió de manera genuina sino hasta ser legitimado por las principales escuelas militares y universidad de Europa y Estados Unidos, debido a su capacidad como estratega, por su verdero genio.

Una de las primeras ordenanzar que impartió cuando gobernó Mendoza, fue que repararan una situación inhumana que conoció a través de una denuncia. Indicó que le dieran de comer a los presos dos veces al día, ya que al parecer desde aquellos tiempos no tenemos demasiadas consideraciones para los privados de la libertad. Muy parecido a lo que pasa ahora no con los presos, sino con las personas que por sus discapacidades, son despojadas de nuestra sociedad y de nuestras propias familias y deben ser asistidas por el Estado. Pero como no tienen fuerza suficiente para hacer piquetes o no pueden manifestarse entorpeciéndo nuestro habitual ritmo de vida, debe actuar la fiscalía de estado a lnueva figura del defensor de las personas con discapacidad para que tengamos algunas mínimas consideraciones.

No quiero pensar lo mal que le iría hoy aquí a aquél centinela, Anselmo Tobar, el de la anécdota del polvorín.