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"Siempre hubo tensión política. Nací y crecí con ella y sigue presente, como telón de fondo. Es triste", afirmó una kelper.

Petróleo & Malvinas: Hablan los isleños

Por UNO

En la víspera de las primeras perforaciones petroleras en las islas Malvinas o Falklands que hanreavivado el enfrentamiento entre Argentina y el Reino Unido por la soberanía de ese territorio

austral, Rajesh Mirchandani, de la BBC, conversó con los isleños sobre sus expectativas económicas

ante la explotación de crudo, la reacción del gobierno argentino y el futuro del archipiélago.

Unas nubes bajas atraviesan lentamente el cielo azul intenso. Parecen fundirse con las

colinas verdes y escarpadas que bordean el canal grisáceo de Puerto Stanley (o Puerto Argentino).

La disputa motivó restricciones argentinas.

Un delfín retoza en el agua, junto a un embarcadero desierto, mientras que algunos metros más

allá, en la casa del gobernador, quienes lo pasan bien son los humanos.

Aquí, en un jardín del ventoso Atlántico Sur, transcurre una fiesta típicamente británica:

abundan la ginebra y la excentricidad, unos chicos inquietos juegan al cróquet en el césped y

varias mujeres con grandes sombreros llenos de plumas conversan.

Podría tratarse de una tarde de verano en Berkshire, Inglaterra. Sin embargo, estamos a unos

500 kilómetros de la costa argentina. Un país que muchos kelpers (habitantes de las islas) ven como

a un vecino, aunque no muy cordial.

"Telón de fondo"

Sin embargo, a pocos les preocupan las restricciones de navegación que impuso Argentina como

protesta ante las inminentes perforaciones petrolíferas a cargo de empresas británicas.

En la región podría haber mucho petróleo.

Betty Turner, que trabaja en el sector de servicios sociales de las islas, señala: "Siempre

ha habido tensión política. Nací y crecí con ella y sigue presente, como telón de fondo. Es

triste".

"Al fin y al cabo, el petróleo es el petróleo", agrega Phil Kerney, mecánico de vehículos, "y

los gobiernos siempre se pelean por él, en el lugar del mundo que sea".

Argentina reclama derechos territoriales sobre las islas y el lecho marítimo que las rodea,

un reclamo que en 1982 la enfrentó en una guerra contra el Reino Unido.

Cientos de soldados argentinos y británicos murieron en esa disputa por la soberanía del

archipiélago.

Ahora lo que desató esta nueva contienda está más lejos de sus costas.

Bonanza

Lewis Clifton no me dirá cuánto petróleo cree que hay, pero está claro que vaticina una

bonanza. Es el director de Byron Marine, una de las empresas británicas que realizan las

exploraciones.

Me conduce a una dársena donde hay toneladas de aparatos apilados destinados a la plataforma

petrolífera que llegó la semana pasada y que está anclada a unos 100 kilómetros de la costa.

A un costado hay unas anclas gigantes, algunas de hierro y otras de plástico amarillo.

También se ven unos tubos metálicos llamados elevadores por los que circula el petróleo a lo

largo de la perforación. En un depósito veo enormes bolsas de cemento: los agujeros de la

perforación se llenarán de concreto una vez acabado el trabajo. Se espera que esto ocurra en

octubre.

Clifton dice que no va a ceder ante lo que califica como una interferencia por parte de

Argentina.

"El gobierno argentino viene intentando bloqueos económicos desde hace seis o siete años y

quiere tirar más de la soga".

"Eso no es bueno, no es una relación de vecinos precisamente amable y no van a tener éxito".

El gobierno de las islas cree que puede con seguridad usufructuar la renta petrolera.

Temor ante el desarrollo

"Todo el mundo ha estado luchando contra la recesión", dice Emma Edwards, miembro de la

Asamblea Legislativa de las islas, responsable de los recursos minerales.

Edwards me dice que la cartera de inversiones de las islas perdió mucho dinero cuando cayeron

los mercados y que hay preocupación respecto a las industrias existentes.

"Para las Falklands, representan una seguridad" dice en referencia a las ganancias

petrolíferas.

Las islas viven del turismo, la pesca y la agricultura.

"Significaría que contaríamos con dinero suficiente en nuestras reservas como para no tener

que depender exclusivamente de la pesca, el turismo y la agricultura, como ocurre ahora".

De vuelta en la fiesta en casa del gobernador, un gaitero toca su instrumento mientras los

niños bailan a su alrededor. A la distancia, el mar se confunde con el cielo, de un perfecto azul y

un brillo extraordinario gracias a la ausencia de contaminación. Más allá, un barco navega

lentamente.

Algunos aquí temen que, si el petróleo empieza a fluir, la gente y la industria caigan

rápidamente y se destruya su estilo de vida único. Pero ante la presión argentina, se mantienen

estoicos e imperturbables.