Marginalidad, un problema de nuestros tiempos

Por UNO

En todos los medios de información y en las redes sociales se señaló que las personas con alto grado de carencias materiales, estaban pasando malos momentos como consecuencia directa del intenso frio reinante. Rápidamente se organizaron campañas de recolección de ropas de abrigo, se distribuyeron alimentos calientes, se ampliaron los refugios ya existentes y las organizaciones humanitarias respondieron con todos sus elementos y conocimientos para ayudar a los que menos tienen. Pero el frío continuará, el número de carenciados aumenta sin cesar y quienes ayudan son los mismos o menos.

Esta situación de emergencia socio económica sirvió para mostrar con claridad, que en estos casos hay un ausente que debería ser el primer actor: el Estado. Quizás colabore con dinero o con alguna infraestructura, pero no asiste a las víctimas como corresponde.

En ningún centro de albergue hay asistentes sociales del Estado para realizar su tarea específica. Tampoco se realizan estudios médicos a los internos o personas en situación de calle para detectar posibles enfermedades. No hay un control de la Justicia habida cuenta que muchas de las víctimas del frío y la miseria han pasado por cárceles y pueden tener cuentas pendientes.

No es esta una simple suposición de quien escribe. Estuve en esos lugares, compartí el dolor, la soledad y las carencias. Salvo la mano amiga de los que ayudan no recibí atención del Estado. En la Dirección de Adultos Mayores me derivaron, me señalaron un posible camino a seguir y nada más.

La sociedad organizada necesita del Estado para cuidar su salud, impartir enseñanza, administrar Justicia, brindar seguridad pública e intentar lograr la felicidad de sus ciudadanos. Los mandatarios públicos deben tener en claro que son representantes del Mandante, el pueblo soberano.

A veces parece que se sientes dueños de la cosa pública y no servidores del Pueblo. En ocasiones como esta que vivimos, salen a relucir los verdaderos valores de cada uno.