Los gorilas que no parecen

Por UNO

Por Nacho Rodriguez@NachoRodriguezJ

Una foto reciente pasará a la historia de los enredos de la política doméstica mendocina: al senador provincial radical sanrafaelino Armando Camerucci le espetaron “¡gorila!” en plena sesión legislativa desde uno de los palcos habilitados para que el pueblo pueda seguir las instancias de las sesiones públicas.

Camerucci se levantó de su banca y ofuscado apuntó a sus detractores gritándoles. Al final, y como querrían sus eventuales insultadores, entró en un juego poco recomendable para los hombres públicos y, ni hablar, para Camerucci –famoso por su vehemencia- quien alguna vez fue noticia por razones ajenas a la política y vinculadas a su salud coronaria.

El epíteto ‘gorila’ surge en los ’50 de la mano de un humorista argentino, Delfor, quien ironizaba en ‘la revista dislocada’ con quienes denostaban las políticas populares del peronismo. Muchos dicen que fue pura casualidad la utilización del término para designar detractores peronistas pero la penetración de las radionovelas en la época y la búsqueda de calificativos a comportamientos y comentarios antiperonistas, en una época definitivamente atravesada por la política, hicieron que el uso de ese adjetivo se extendiera como reguero de pólvora por el país.

Hoy, el término ha cruzado las fronteras. Los presidentes latinoamericanos Evo Morales y Hugo Chávez, entre otros, hacen humoradas con la utilización del ‘gorila’ para descalificar opositores. Y ha cruzado, al menos en apariencias, las ideologías y las militancias partidarias.

Los gorilas son, principalmente, de derecha. Aunque también hay gorilas progresistas, entre ellos radicales. A veces –algunas ingenuamente y otras bien pensadas de antemano- estrellas del peronismo se suman al gorilaje. El objetivo central de los peronistas gorilas es golpear, vaya paradoja, a un gobierno peronista. Usted que opina, en 2012 ¿hay más gorilas dentro del PJ o fuera de él?

José Manuel De la Sota, el gobernador cordobés, ya ha mostrado los dientes. Hace gala de su amistad con Mauricio Macri y deja inmortalizar la imagen a quien quiera fotografiarlo. Hugo Moyano se reunió esta semana con los radicales –antiguos detractores del camionero- quienes hoy celebran con la boina puesta que el exaliado de Cristina Fernández se siente con ellos a “dialogar” sobre la oposición a la re reelección. El potencial (quizá exista) proyecto rereeleccionista de CFK no pareciera ser parte de la agenda prioritaria de los trabajadores argentinos. Consecuentemente, Moyano no se estaría mostrando preocupado por los problemas reales de los trabajadores, de los subocupados, de los trabajadores en negro o de los desempleados. Lo de Moyano es raro, los trabajadores argentinos pocas veces estuvieron mejor. Hay mil iniquidades pero se ha avanzado corrigiendo precarizaciones, trabajo en negro, ampliación de jubilaciones y paritarias. Repito, aún falta un universo de respuestas.

Lo de De la Sota no sorprende, siempre fue antikirchnerista y el lugar de víctima, se lo ha hecho creer Durán Barba con el caso de Macri en la mano, da buenos frutos. De la Sota y Moyano parecieran dispuestos a no colaborar porque tienen pretensiones políticas –aún poco claras- a futuro. Entonces, al contrario, tirarán para abajo al gobierno de Cristina porque su idea en realidad –algunas señales así lo indican- sería hacer 'leña del árbol caído'.