Si de verdad estás pendiente de tu peso, tenés que estar pendiente de estos errores que son los más comunes y que pueden hacer que tu régimen parezca escrito por el enemigo.

Los errores que te impiden bajar de peso

Por UNO

Podés tener las mejores intenciones del mundo, pero a veces, actuamos haciéndonos el gol en contra. Comer sano no es sinónimo de aburrido, solo hace falta imaginación.

Pero hay que estar con pilas cuando esa “imaginación” significa bajar las calorías de más o que simplemente nos negamos a salir de nuestra zona de confort porque “es que así es que me gusta la comida”. Si de verdad estás pendiente de tu peso, tenés que estar pendiente de estos errores que son los más comunes y que pueden hacer que tu régimen parezca escrito por el enemigo.

Tus vegetales están sumergidos en grasa

Genial que comas ensalada, pero si tu idea es comerla con salsa, “ensalada césar” o aderezos con mayonesa, la cosa no funciona. Probá con aderezos de limón, aceite de oliva medido, vinagre balsámico, sal y pimienta.

Te gustan las papas, pero fritas

No hay mucho que explicar, sumergir cualquier alimento en un charco de aceite, no es bueno. No creas que se queda solo en “la parte de afuera”, pues el alimento va a absorber todo. Come papas horneadas o hervidas.

Bañás todo en aceite de oliva

Si, el aceite de oliva es una grasa buena, pero acordate, es grasa. Por esto es más denso y tiene más calorías (un gramo de carbohidratos o de proteína tiene 4 calorías, ¡uno de grasa tiene 9!). Así que mantené en las porciones correctas y cuando lo uses para cocinar, sólo una gotita y esparcilo con una servilleta en la superficie.

Tu café tiene tantas calorías como una factura

Te encanta el café con leche. Muchas personas también. Pero si tu “cafecito” está hecho con leche entera azúcar, crema, un toquecito de chocolate, y vaya usted a saber, estás lista/o. Si vas a tomar café tenés que irte por lo más básico: con un poco de leche descremada, con edulcorante, una cucharadita (de té) de miel o lo que utilices para darle sabor.

Aunque suena lógico muchas veces pensamos que estamos comiendo “sano” y no vemos las calorías escondidas en los aderezos ni formas de preparación. Así que abrí más los ojos, y no te dejes engañar (o autoengañar).