Dos rocas del monumento se alinean con la salida y la caída del sol en los solsticios de verano y de invierno, lo que pudo haber motivado que se construyera allí el Stonehenge.

Las piedras del Stonehenge estaban allí mucho antes que los humanos

Por UNO

Hace mucho que los arqueólogos e historiadores tratan de encontrar repuestas definitivas al misterioso monumento del sur de Inglaterra. Ahora el científico británico Mike Pitts asegura que estamos más cerca de saber para qué y cómo se levantó el Stonehenge. Los resultados de su estudio han sido publicados en la revista British Archaeology.El experto asegura que dos piedras del monumento megalítico llegaron allí antes de que los humanos alcanzaran por primera vez esta zona de la isla de Gran Bretaña. Se trata de las rocas llamadas Heel Stone (Piedra del Talón), ubicada a unos 75 metros del centro del círculo y con un peso de 60 toneladas, y Stone 16. Ambas se parecen en un detalle: están ubicadas a cierta distancia de los demás.A juzgar por su apariencia, el científico opina que Heel Stone es una piedra natural, que jamás fue movida de su sitio. Lo mismo piensa de la Stone 16.En el año 1979 el propio Pitts había excavado en el lugar y encontrado dos hoyos alrededor de estas piedras. Según el especialista, los dos citados elementos de la construcción megalítica siempre habían estado allí arrastrados por un glaciar. Hasta que los constructores del monumento tipo crómlech las encontraron, permanecieron medio enterrados. El resto de piedras fueron transportadas desde otros lugares, pero muchos años después."Siempre se asumió que todas las sarsens [las piedras más importantes del monumento toman este nombre por estar hechas de sarsen, una arenisca local] del Stonehenge fueron traídas desde Marlborough Downs", recordó el arqueólogo a The Times. "Tiene sentido que las piedras principales estuvieron siempre más o menos donde están ahora, semienterradas", remató.Ambas piedras y sus respectivos hoyos se alinean con la salida y la caída del sol en los solsticios de verano y de invierno. Los expertos piensan que esta coincidencia pudo haber empujado a los humanos de la época a construir el resto del monumento.