Para ser incluidas en la investigación, las participantes tenían que estar libres de diabetes, haber dado a luz en vivo y completar un cuestionario de frecuencia de alimentos validando los hábitos alimentarios durante los primeros cuatro o cinco meses de embarazo.
Se tuvieron en cuenta los factores que pueden haber afectado a los resultados (conocidos como factores de confusión), incluyendo la edad de la madre, antecedentes de parto prematuro y la educación. El parto prematuro se define como la entrega entre la semana 22 y y la 37 de embarazo.
Los investigadores identificaron tres patrones dietéticos distintos, interpretados como "prudente" (verduras, frutas, aceites, agua como bebida, cereales integrales, pollo, pan rico en fibra), "occidental" (aperitivos salados y dulces, pan blanco, postres, productos cárnicos procesados) y "tradicionales" (patatas, pescado, salsa de carne, verduras cocidas, leche baja en grasa).
Entre las 66.000 mujeres embarazadas, se produjeron 3.505 partos prematuros (5,3 por ciento). Después de ajustar por varios factores de confusión, el equipo encontró que un patrón de dieta "prudente" en general se asoció con una reducción significativa del riesgo de parto prematuro, especialmente entre las mujeres que alumbran a su primer bebé.
También detectaron una reducción significativa del riesgo de parto prematuro para el patrón de dieta "tradicional", aunque que el patrón de dieta "occidental" no se asoció de forma independiente con el parto prematuro. Esto indica que es más importante que excluir totalmente los alimentos procesados, la comida rápida, la comida basura y los bocadillos y aumentar la ingesta de alimentos asociados con un patrón de dieta prudente, según los autores.