La paradoja de los recursos naturales

Por UNO

En oportunidad de dar nuestra opinión sobre la legalización del aborto libre y gratuito dijimos que no era lo más conveniente desde el punto de vista geopolítico. Pues, estamos seguros de que un país como el nuestro necesita de una política poblacional expansiva, ya que somos muy pocos en una superficie muy extensa.

También sostuvimos que éramos un país con agua y con comida en un mundo con hambre y con sed. Vamos a ello, al tema de la importancia de los recursos naturales para una geopolítica para el siglo XXI.

Ya Ismael Seragedín, ex vicepresidente del Banco Mundial, sostuvo que "si las guerras de este siglo fueron por el petróleo, las del siglo venidero (por el XXI) serán por el agua".

Sucede que desde hace décadas, especialmente, a partir de la agudización de las consecuencias negativas del cambio climático, es que se vienen multiplicando los pronósticos negativos respecto de la sustentabilidad de vida humana en el planeta Tierra. Algo ya sostenido, aunque felizmente no cumplido, por el inglés Thomas Malthus a principios del siglo XIX.

Exageradas como pueden sonar algunas advertencias de los ecologistas extremos, tampoco pueden negarse las evidencias de que son necesarias políticas de fondo destinadas no ya a detener el crecimiento humano, pero sí a hacerlo sustentable. El problema es que cuando vemos el mapa y apelamos a la geopolítica comprobamos la paradoja de que, por un lado, los países considerados "subdesarrollados" disponen de buenas reservas de recursos naturales, tales como petróleo, oro, diamantes, litio o tierras de cultivo. Y por el otro, hay potencias económicas, como Gran Bretaña o Japón, que casi no tienen ninguno.

En ese sentido, no nos debería resultar extraño que estos últimos hayan desarrollado, a lo largo de su historia, teorías geopolíticas justificatorias de la apropiación de los recursos naturales que necesitan para su desarrollo considerado manifiesto por su dirigencia.

El caso más conocido y paradigmático es el del lebensraum alemán, sostenido por el canciller Adolf Hitler y que fue una de las causas que desataron la Segunda Guerra Mundial. Lo mismo que el Área de Prosperidad del Imperio de Japón fue la que impulsó a los EE.UU. a participar en esa misma guerra.

Hoy ese rol justificatorio lo cumplen organismos internacionales como el FMI, el Banco Mundial u ONG asociadas a ellos como el Club de Roma.

Un prueba de lo que decimos es que la mayoría de las misiones de paz, actualmente en desarrollo por parte de la ONU y de otras organizaciones regionales como la OTAN, la Unión Europea y la Unión de Países Occidentales Africanos tienen lugar en Estados fallidos, llenos de recursos, como la República Centroafricana, Sudán o Libia, sólo por mencionar a los más conocidos.

Pero, para que esto no sea un artículo tan lejano como lo sería uno destinado a discutir la posibilidad de si hay vida en Marte, veamos qué pasa en nuestro subcontinente americano.

Pues, si en otras latitudes hay yacimientos de oro negro, en el nuestro tenemos el oro verde de los santuarios como el Amazonas, el Chaco paraguayo y la Pampa Húmeda y, ahora, el azul de nuestro extenso y rico mar.

No hace mucho, por ejemplo, el entonces presidente de Brasil Joao Sarney, ante las no tan sutiles insinuaciones de esos organismos internacionales de declarar a la Amazonia "santuario universal", afirmó que: "Brasil impedirá con coraje y firmeza que la Amazonia se transforme en un nuevo Golfo Pérsico".

Ante tal claridad en la declaración de principios huelgan los comentarios, ya que sólo puede actuar correctamente quien ha entrevisto la realidad en forma previa.

¿Y por nuestro acumen argentino cómo andamos? Vayan algunas precisiones al respecto.

1) Para empezar, no puede cabernos duda alguna de que, desde el punto de vista geopolítico, la Pampa Húmeda es nuestra zona vital.

2) Para seguir, hay que deducir que a ella se le adosan varios cinturones periféricos. A saber, los del NE, el NO y la zona cuyana. Al sur de todo ello se extiende el apéndice semivacío del desierto patagónico.

3) Respecto a este último, cabe resaltar que su importancia no radica en la posesión de grandes riquezas que no tiene, pues desarrolla una economía por oasis, sino en su proyección, tanto marítima como antártica.

4) No se puede pasar por alto que el cambio climático en franco y rápido desarrollo no pueda trastocar esta clasificación tornando fértil con el paso del tiempo lo que no lo es y viceversa.

Por lo tanto, y a modo de conclusión, podríamos decir que todo espacio es importante. Ya sea por su importancia actual o potencial. Aún un espacio aparentemente poco útil como el de un desierto reviste importancia geopolítica. Más no sea para servir de barrera contra posibles avances enemigos.

Así como ya lo hemos citado en artículos anteriores, carecemos de verdaderas políticas de Estado. Obviamente, esto también se aplica a la geopolítica y a la necesidad de administrar, en forma inteligente nuestros grandes espacios geográficos.

En líneas muy generales, se podría tomar, por ejemplo, del uso que hace de los mismos el narcotráfico. Ya que como empresa turbocapitalista que es, es muy lúcido de cuáles y cómo y qué espacios ocupar.

Al efecto destina las zonas periféricas del NOA y el NEA para encubrir sus actividades, elige la zona central para la elaboración de sus productos, y hace uso intensivo de las vías de comunicación que lo conectan con la Cuenca Atlántica (Europa, EE.UU. y África) y la del Pacífico (Asia y Oceanía).

Para ello usa una variada cantidad de modos de transporte, suplementando las ventajas y las desventajas del modo terrestre con el aéreo y el naval. También, tienen muy en cuenta donde se encuentran sus mercados, sus proveedores y sus fábricas.

Y en cada uso de esos lugares coloca medios y ejerce una ocupación. Así de sencillo. Geopolítica pura.

Creo que a los "genios" de nuestra estrategia oficial no les vendría nada mal aprender de ellos. Ya que ellos no están perdiendo "su guerra" como nosotros. Todo lo contrario.