Por Gonzalo PoncePeriodista y Jefe de Noticias de UNO digital
Por Gonzalo PoncePeriodista y Jefe de Noticias de UNO digital
Una manada de ciervos bebe agua en un lago africano. Un león los ataca y huye despavorida en lo que se conoce como “sálvese quien pueda”. Cuando la fiera logró su almuerzo, los demás ciervos vuelven a su rutina como si nada hubiera pasado.
Los mendocinos nos comportamos de modo similar. El paralelismo entre esta escena de Animal Planet y la cotidianeidad local es asombroso.
Enumeremos algunos leones que, sólo en los tres primeros meses de 2014, se llevaron unos cuantos ciervos.
León número 1: El camión brasilero que mató a 16 personas al circular en contramano en el Acceso Este.
Más allá de las fallas del 911 y la falta de controles viales en las rutas, muchas veces se ha planteado que los micros de dos pisos no deberían usarse en los viajes de larga distancia porque, ante un accidente, los pasajeros terminan carbonizados o quebrados al saltar de semejante altura. Y eso fue lo que pasó.
Poco va a cambiar al respecto. Y eso que hay Dirección de Seguridad Vial, Ministerio de Transporte, Policía Vial, Agencia de Seguridad Vial Nacional y Provincial y esas máquinas de recaudar conocidas como policías municipales de tránsito.
Todos dimos vuelta la página, salvo los que perdieron un familiar o un amigo en ese accidente.
León número 2: Una nena de tres años fue muerta a golpes por su padrastro.
Además se supo que el hombre abusó sexualmente de otra de sus hijastras. Durante unos pocos días no se hablaba de otra cosa en las colas de los bancos ni en las mesas de los café. Luego comenzaron los torneos de verano y, otra vez, los mendocinos cambiamos de tema.
León número 3: Unos asaltantes mataron al dueño de un drugstore en Dorrego delante de sus hijos.
Pocas situaciones pueden ser más horrorosas. Póngase usted, señor lector, en los zapatos de esa familia destruída para siempre. Los accionares de todos rondarán entre las clásicas frases “no se puede más” o “negros de mierda, hay que matarlos a todos”.
Acto seguido, el mendocino promedio pondrá más rejas y retornará a su vida habitual.
León número 4: Golpeada y violada por su padre, nadie le recibía la denuncia.
Aún cuando la mujer sufrió un ataque de epilepsia en la comisaría y quedó enchastrada en sus heces y orina, nadie le daba una mano. Ni los empleados judiciales que después piden a los demás mendocinos que toquen bocina para apoyar sus reclamos salariales.
La mujer fue noqueda por su padre y cuando recobró el conocimiento vio que el hombre abusaba sexualmente de su hija de 5 años. Al impedirlo, terminó siendo violada. Sólo unas vecinas le dieron una mano en la Oficina Fiscal llevándole ropa.
¿Alguien se acuerda del caso?
León número 5: Las bandas se matan en los barrios pobres por decenas.
Ni hablar de la gente honesta que pierde su vida al quedar en medio de las balaceras. O la que muere por una bala policial teniendo antecedentes no muy pesados.
La indiferencia es el denominador común. Las balas repican cerca, pero no nos tocan y a lo sumo volcamos nuestra bronca en las redes sociales.
Después jugamos al Candy Crush, miramos a cuánto está el dólar blue y vemos cómo hacer para cambiar el auto o irnos de vacaciones, en un comportamiento muy parecido al de los ciervos que vuelven a tomar agua. Hasta que los ataca otro león.