La escuela y las clases no tienen por qué ser “divertidas”

Por UNO
twitter: @gzlponce

La escuela debe ser creativa, inspiradora, entretenida, inclusiva (sí, inclusiva), contenedora, moderna, tecnologizada, inteligente, apasionante y lograr un gran nexo con la realidad. Pero no tiene por qué ser divertida, como lo plantea la titular de la Dirección General de Escuelas, María Inés Abrile de Vollmer.

Divertidos son los circos, los juegos de la PlayStation, las películas pochocleras, las redes sociales, la televisión y los partidos de fútbol (algunos). Pero no la escuela.

Los establecimientos escolares no son carpas multicolores ni los docentes payasos, personajes de videojuegos o actores de cine o stand-up comedy cuya misión es lograr que los alumnos no se aburran.

La directora general de escuelas quiere para el año que viene que los docentes den clases divertidas. ”¡Cuando usted vea que los chicos se están tirando papelitos, mandándose mensajitos y hablando entre ellos es porque su su clase es aburrida!” exclamó en una entrevista publicada por el periodista Enrique Pfaab este domingo en Diario UNO.

Ahora bien, hay que considerar que también es posible que los alumnos se tiren papelitos o manden mensajitos simplemente porque no respetan las normas de convivencia mínima para desarrollar una clase normal, creativa, planificada, y hasta tal vez “divertida” como pretenden en la DGE.

Diversión I; II y IIIPedirle a los docentes que den clases que no sean aburridas es un complejo y peligroso mensaje no sólo para los alumnos, sino también para los padres y la sociedad en general. La capacidad de un docente no tiene que estar medida por el grado de diversión que logra entre sus estudiantes, sino por cómo logra llevar a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Con el postulado de la diversión se corre un grave peligro: que el educando piense que todo aquello que no entiende o requiere esfuerzo, atención y concentración para aprehenderlo y aprenderlo no sea divertido y, por consiguiente, que la culpa sea del profesor que no sabe “dar clases que no aburran”.

O tal vez la solución esté en agregar en la currícula de la formación docente las materias Diversión I; II y III.

Sí, los docentes deben ser más activosEs cierto que los docentes deben ser más activos y elaborar un plan didáctico y pedagógico que respete los intereses de los alumnos, como plantea acertadamente desde hace tiempo la titular de la DGE y otros tantos especialistas en educación. Pero hablemos de intereses en serio. No de liviandades que le hacen creer a los alumnos que están aprendiendo algo útil en la escuela y cuando empiezan la secundaria no logran adaptarse (casi el 30% no se recibe, lo admite Abrile de Vollmer en la misma entrevista, aunque es una mejoría en comparación con tiempos anteriores). Y lo peor de todo: un porcentaje importante de los que se reciben tienen graves problemas para realizar operaciones matemáticas, leer y escribir en los niveles superiores o en trabajos simples.

Seguramente la funcionaria quiere arengar, y está muy bien que lo haga, a esos docentes, ya en vías de extinción, que desde hace años vienen dando los mismos contenidos de la misma forma, con los mismos apuntes cuyas hojas están amarillas por el paso del tiempo y, para colmo, les cuesta encender una computadora.

Sin embargo, sería bueno pensar en clases interesantes en lugar de divertidas (seguramente a esto apunta la directora general de escuelas), donde el pizarrón, la tiza, los dictados y las viejas estrategias y herramientas educativas den paso a los proyectores multimedia, las clouds, las computadoras, las pantallas táctiles y tablets, en fin, la digitalización, que hasta podrían reducir la jornada escolar en un futuro no muy lejano.

Pero hay que ser consciente de que para todo esto hace falta una infraestructura que no en todas las escuelas existe, como así también una capacitación titánica que saque lo mejor de los docentes, y que esa capacitación tenga una compensación económica acorde.

No se puede pedir mejor calidad al mismo precio.

Aun si se llegara a este escenario de altísima calidad educativa, con clases interesantes y, a lo sumo, entretenidas, insisto: la escuela y las clases no tendrían por qué ser “divertidas”.

*El autor es jefe de noticias en diariouno.com.ar y docente de nivel medio