Ese día, la Suprema Corte de Estados Unidos dictaminó que el gobierno no puede prohibir quelas corporaciones aporten gastos políticos en elecciones, una decisión que afecta profundamente lapolítica gubernamental, tanto interna como internacionalmente. La decisión constituye un heraldo de, incluso, mayores conquistas corporativas sobre elsistema político de Estados Unidos. Para los editores de The New York Times, el fallo "golpea el corazón mismo de la democracia"al haber "facilitado el camino para que las corporaciones empleen sus vastos tesoros para abrumarlas elecciones e intimidar a los funcionarios elegidos para que obedezcan sus dictados". La Corte estuvo dividida, 5-4, con los cuatro jueces reaccionarios –engañosamente llamados "conservadores"– acompañados por el magistrado Anthony M. Kennedy. El magistrado presidente John G.Roberts Jr. eligió un caso que fácilmente pudo haber decidido sobre bases estrechas y maniobró a laCorte para que fuera usado, con el fin de hacer aprobar un dictamen de grandes alcances, querevierte un siglo de precedentes de restricción de contribuciones corporativas a las campañasfederales. Ahora los gerentes corporativos pueden, de hecho, comprar comicios directamente, evitandomedios indirectos más complejos. Es bien sabido que las contribuciones corporativas, en ocasionesenvueltas en paquetes complejos, pueden inclinar la balanza en las elecciones, para así dirigir lapolítica. La Corte acaba de entregar mucho más poder al pequeño sector de la población que dominala economía. La "teoría de inversiones de política" del economista político Thomas Ferguson es unpronosticador exitoso de la política gubernamental durante un largo período. La teoría interpretalas elecciones como ocasiones en las que segmentos del poder del sector privado se unen parainvertir en el control del Estado. La decisión del 21 de enero sólo refuerza los medios para socavar la democracia funcional. El trasfondo es revelador. En su disensión, el juez John Paul Stevens admitió: "Desde hacetiempo hemos sostenido que las corporaciones están amparadas por la Primera Enmienda", la garantíaconstitucional de libertad de expresión, que incluye el apoyo a los candidatos políticos. A principios del siglo XX, los teoristas legales y las cortes implementaron el fallo de laCorte en 1886 de que las corporaciones –esas "entidades colectivistas legales"– tienen los mismosderechos que las personas de carne y hueso. Este ataque contra el liberalismo clásico fue rotundamente condenado por la raza en extinciónde los conservadores. Christopher G. Tiedeman describió el principio como "una amenaza a lalibertad del individuo y a la estabilidad de los Estados americanos como gobiernos populares". Morton Horwitz escribe en su historia legal estándar que el concepto de personalidadcorporativa evolucionó a la par que el desplazamiento del poder de los accionistas hacia losgerentes y finalmente a la doctrina de que "los poderes de la mesa directiva (...) Son idénticos alos poderes de la corporación". En años posteriores, los derechos corporativos se expandieron mucho más allá que los de laspersonas, particularmente mediante los mal llamados "acuerdos de libre comercio". Bajo esosacuerdos, por ejemplo, si General Motors establece una planta en México, puede exigir ser tratadaigual que una empresa mexicana ("trato nacional", a diferencia de que un mexicano de carne y huesopudiera buscar "trato nacional" en Nueva York o, incluso, los derechos humanos mínimos. Hace un siglo, Woodrow Wilson, en ese entonces un académico, describió un Estados Unidos enel que "grupos comparativamente pequeños de hombres", gerentes corporativos "ejerzan un poder ycontrol sobre la riqueza y las operaciones de negocios del país", convirtiéndose en "rivales delpropio gobierno". En realidad, esos "grupos pequeños" se han convertido cada vez más en los amos del gobierno.La Corte Roberts les da una dimensión aún mayor. El fallo del 21 de enero llegó tres días después de otra victoria para la riqueza y el poder:la elección del candidato republicano Scott Brown para remplazar al fallecido senador Edward M.Kennedy, el león liberal de Massachusetts. La elección de Brown fue presentada como una "reacciónpopulista" contra los elitistas liberales, que manejan el gobierno.