Sesgados o extremos, seguidores de la corriente general y basados solamente en modelos, son las tres tipos de categoríás de pronosticadores financieros.

Inversiones: cómo elegir el mejor asesoramiento

Por UNO

Uno de los elementos sustanciales para lograr, mantener e incrementar la riqueza es el análisis de la información actual y la realización de pronósticos que permitirán hacer las inversiones adecuadas aprovechando al máximo cada coyuntura, ya sea de crisis o de bonanza. Sin embargo, muchas veces tanto el diagnóstico presente como las estimaciones futuras de los analistas pueden responder a intereses particulares o a un estilo específico. Echemos luz a este aspecto clave, indispensable también a la hora de evaluar los asesoramientos.

Los hacedores de pronósticos no son todos iguales.

Al realizar pronósticos, en especial financieros, se puede catalogar a los asesores en tres categorías:

a) Los pronosticadores sesgados o extremos.

b) Los pronosticadores seguidores de la corriente general.

c) Los pronosticadores basados solamente en modelos.

Cuando se habla de los pronosticadores sesgados o extremos, en general son profesionales que están guiados por sesgos ideológicos y que suelen tener alta exposición en los medios, por lo que son propensos a realizar vaticinios agresivos, que suelen causar gran efecto en la prensa.

Para ellos las condiciones económicas y de los mercados de capitales se sustentan en intereses políticos y en legislaciones. En la mayoría de los casos, aparecen en los rankings de gurúes, en editoriales, entre otros.

Dado que sostienen una postura unívoca, independiente del contexto y sesgada por su ideología, cada tanto aciertan. Sin embargo, como la economía, las finanzas y la administración de carteras de inversión real no sostienen una direccionalidad perpetua en los parámetros del mercado, lo más recomendable es desoír sus consejos.

La mayoría de los analistas y administradores de carteras profesionales dirían que se ubican en la categoría de pronosticadores seguidores de la corriente general. Pero esta, a su vez, se abre en tres:

1) Panglossianos: este término surge de Pangloss, personaje de la novela Cándido o el optimismo, de Voltaire, a través del cual realiza una caricatura satírica del filósofo Gottfried Leibniz, quien sostenía que el mundo en el que vivimos “es el mejor de todos los mundos posibles”. Este tipo de pronosticadores, entonces, siempre considera que todo está bien y seguirá estándolo, por lo que constantemente recomienda comprar todo tipo de activos.

2) De conjeturas catastróficas: opuestos a los anteriores, suponen que aunque el panorama sea positivo en la actualidad, una tormenta siempre puede estar amenazando. Por lo tanto, son sumamente cautos en sus apreciaciones.

3) Pragmáticos: consideran que el flujo de eventos futuros y los valores de los activos se pueden estimar mediante un abanico de posibilidades que cubran el 99% de los casos. Para ellos, los pequeños desvíos son imposibles de predecir y afectan a todos.

Si bien la mayoría de los analistas se autodefinirían como “pragmáticos puros”, tal estado no existe más que en los libros de texto que se refieren al “agente económico perfectamente racional”.

En la realidad, los pragmáticos más educados y exitosos son susceptibles de verse influidos tanto por “expectativas panglossianas” como por “conjeturas catastróficas”, que si aparecen en el momento adecuado suelen producir más beneficios que problemas.

Al hablar de los pronosticadores basados solamente en modelos se hace referencia a aquellos que confían en modelos implícitos o explícitos para realizar pronósticos y tomar decisiones de inversión. El interrogante es hasta qué punto los modelos permiten captar todos los eventos. A través de los años se han observado muy pocos devotos de modelos puros, porque, por una razón u otra, todos los modelos por su naturaleza inevitablemente realizan predicciones que se desvían de la realidad subsecuente.

Como se observa, no existe una tendencia uniforme ni alguien que posea la verdad absoluta. Por eso es importante tener en cuenta que todo buen asesor y pronosticador, mediante su experiencia, intuición y habilidad, combina los distintos modelos y el pragmatismo, de manera que sus evaluaciones coinciden en buena medida con el desarrollo económico posterior y sus recomendaciones redundan en beneficio de sus clientes.