Si es que realmente los políticos de Mendoza quieren hacer las cosas de una manera más acorde a la realidad y a la necesidad de los contribuyentes, los presupuestos de Mendoza deberían incluir algunos cambios sustanciales.Por ejemplo, debería dárseles prioridad a los fondos que se destinan al mantenimiento de lo que ya existe (escuelas, hospitales, comisarías, plazas, puentes, parques y edificios en general de los tres poderes del Estado) y no a imaginar nuevas obras –muchas de ellas faraónicas– que después de ser inauguradas con pompa no tendrán ni con qué arreglar la calefacción o los desagües pluviales.
Editorial.