siempre polémico Viti, aunque los problemas viales citados ocurran en su jurisdicción. Cuando por no poder avanzar por ciertas zonas del centro capitalino cunden los bocinazos, losinsultos y las extendidas caras de traste de lo que estamos hablando es de un problema que atañe atodo el Gran Mendoza, donde viven más de un millón de personas.
Cifra bisagra He ahí, en esa cifra con seis ceros, donde está el quid de la cuestión y no en los pocos másde 115.000 habitantes que duermen en el acotado perímetro de Ciudad. La inmensa mayoría de quienes se desplazan a diario por la estrecha Capital llegan dedestinos tales como Guaymallén, Godoy Cruz, Las Heras, Luján de Cuyo o Maipú, las cinco comunas quejunto con el tejido capitalino integran el Gran Mendoza, nuestra zona metropolitana. Por ejemplo, Guaymallén, la comuna más poblada de la provincia, tiene casi tres veces máshabitantes estables que Ciudad.
Mío, mío, mío El problema del tránsito en Capital no es un asunto privativo de Fayad, aunque él, con esaforma tan particular que tiene de gobernar, crea que es un asunto que debe decidir en soledad, sinhablar con el resto de los departamentos metropolitanos. Y mucho menos con el organismo provincialque se encarga del transporte. Baste recordar lo que ocurrió cuando el sentido de marcha de calles claves que conectan conGuaymallén fue cambiado por Fayad sin consultar con sus vecinos.
A la mesa Por ello, que determinadas zonas del centro sean un creciente pandemonio cotidiano es unproblema que hace rato que excedió al lord mayor capitalino y que hoy tendría que estar siendodiscutido por una mesa en la que también estuviesen los intendentes Abraham (Guaymallén), Cornejo(Godoy Cruz), Miranda (Las Heras), Parisi (Luján de Cuyo) y el concejal Bermejo (a cargo delEjecutivo de Maipú), además, claro, de los representantes del Gobierno provincial, llámese directorde Vías y Medios o ministro de Infraestructura.
Ponele el marco Pero, claro, para que esos intendentes pudieran interactuar de manera orgánica (y sofocandode manera civilizada las veleidades de cada uno de ellos) tendría que haber un ámbito legal, unespacio que los contuviera para abordar dichos asuntos y que a su vez los avalara en la toma dedecisiones o recomendaciones políticas sobre tópicos como estos del tránsito por la Ciudad. Aclaramos desde ya que no estamos hablando de crear ningún supraorganismo que favorezca elalevoso y extendidísimo conchabo estatal.
La parte y el todo Esas son algunas de las propuestas que a los ciudadanos les gustaría que salieran de lospartidos políticos, hoy convertidos en oficinas de empleo y punterismo, cuando tendrían que ser(permítanme la ingenuidad) usinas de proyectos y formadores de nuevos dirigentes para mejorar lacosa pública. Por ejemplo, sería muy interesante para la cultura política de la provincia que fuesen lospropios partidos políticos los que fogonearan el concepto de que hay necesidades estratégicas de laprovincia en donde las cosas no se pueden arreglar "partidas", sino que es necesario darles unasolución integral.
Desnormados ¿Qué duda cabe que es estratégico para el Gran Mendoza que el ordenamiento del tránsito delos particulares y de los medios de transporte público tenga normas coherentes, actualizadas yunificadas? Cualquier urbanista serio sabe que una ciudad o zona metropolitana que llega a un millón dehabitantes tiene que replantearse buena parte de los problemas que hacen al tránsito de laspersonas y bienes. Y si todavía hay políticos que ignoran estas cosas habría que llevarlos de prepo durante unasemana y obligarlos a permanecer en las zonas conflictivas de Capital donde se reiteran a diariofenomenales despioles viales, sobre todo para poder salir de la ciudad en los horarios pico.
Reflotar una idea Hace más de 12 años, en febrero de 1998, pareció alumbrar un rayo de cordura sobre esteasunto, que es conveniente rememorar. Por entonces, por primera vez, hubo un esbozo para que las comunas del Gran Mendozacomenzaran a trabajar juntas en algunos temas vitales. La intención fue buena pero duró lo que un calvo en la estepa siberiana. Se lo llamó Desarrollo Estratégico Mendoza (DEM) y lo fundaron un intendente radical y cincojusticialistas: Roberto Iglesias, de Capital; Jorge Pardal, de Guaymallén; Rubén Montemayor, deGodoy Cruz; Guillermo Amstutz, de Las Heras; Luis Carral, de Luján, y Adolfo Bermejo, de Maipú. Aquel febrero del \'98 la llamada "Declaración de Mendoza" que dio a conocer el DEMsorprendió a más de uno por la claridad conceptual con que se adelantaba a encarar latransformación que vivía el Gran Mendoza, y en la que se proponían, por ejemplo, "un modelo deciudades integradas" en los seis departamentos y una racionalización del espacio urbano que debíadarse, según el documento, entre las políticas públicas y el desarrollo privado. El DEM decía por entonces que el objetivo era adelantarse a "la Mendoza que viene". Esa Mendoza ya llegó. El DEM hace rato que se evaporó (y nadie parece añorarlo). Laspolíticas de Estado sólo viven en las mentes de algunos bienintencionados sin plafón político. Y la ciudad está llena de bocinazos, de gente que protesta porque se queda atorada en nudosviales, de una expansión en el uso del automóvil que no ha sido entendida ni prevista por ladirigencia política y de un servicio de transporte muy alejado de los parámetros de eficiencia ymodernidad. Agenden, muchachos, agenden.