Por Carlos Hernández
Los tiempos que corren no son de los más apacibles, con una población acuciada por la inflación y un Gobierno con escaso margen para maniobrar
Los tiempos que corren no son de los más apacibles, con una población acuciada por la inflación y un Gobierno con escaso margen para maniobrar
Por Carlos Hernández
Los años de bonanza económica hace rato que quedaron atrás, la aprobación popular respecto de la gestión gubernamental cotiza en baja, mientras la agenda de temas y problemas es cada vez más complicada.
Es lo que muchos aventuran como el fin del ciclo kirchnerista, quizás subestimando la capacidad de sobreponerse que caracteriza a este movimiento con una década en el poder, pese a haber demostrado su reacción en otros momentos de comparable dificultad, como sucedió después del voto no positivo de Julio Cobos.
Subyace, sin dudas, una expresión de deseos que sirve de motivación para pregonar una inminente crisis terminal. A su vez, tales presagios son un estímulo para que propios y extraños busquen encolumnarse en las filas de la oposición antes de que el barco se vaya a pique.
Así, la visita a Mendoza de un Sergio Massa encaminado hacia la Casa la Rosada genera lógicas expectativas, principalmente de quienes no quieren perderse los beneficios que suele dar el pertenecer desde la primera hora, por más que el dirigente de Tigre aclare en cada entrevista que es desubicado hablar hoy de candidaturas.
Los referentes de los cuatro sectores que conviven en el oficialismo local –Azules, Integración, La Corriente y el incipiente “paquismo”– tienen motivos para temer el “efecto manada”, tras los pasos de los peronistas díscolos o los demócratas disidentes que ya se anotaron en el Frente Renovador.
La voz líder del vicegobernador Carlos Ciurca, ratificando que Daniel Scioli es la continuidad natural, sirve de faro para evitar el desorden de la tropa. A propósito, el gobernador de Buenos Aires les ha dado señales a todos y todas de que sus banderas no son “ni el populismo ni el liberalismo”, precisamente en momentos de fuerte confrontación discursiva entre el kirchnerismo puro y la oposición, ya sea por los temas domésticos o por la situación que atraviesa Venezuela. Es un indicador más de que todo lleva a instalar a candidatos moderados para el 2015, incluidos los radicales mendocinos Julio Cobos y Ernesto Sanz.
La gallina de los huevos de oroEs sabido que nadie tiene posibilidades de éxito político sin la aprobación de los ciudadanos, que no son otra cosa que consumidores cotidianos y quienes retroalimentan el funcionamiento de la actividad económica. Eso demostró tenerlo claro Néstor Kirchner en su proyecto de largo plazo, lejos de la ortodoxia pero sin descuidar el equilibrio de las variables que gobiernan la macroeconomía, un pilar del modelo que fue languideciendo con el tiempo hasta quedar solapado a las urgencias electorales.
El costosísimo déficit de la balanza energética terminó por demostrar la imprevisión imperdonable ante un pretendido proceso de desarrollo que otrora permitió ostentar una genuina ventaja competitiva. La inversión insuficiente en el sector ha sido el talón de Aquiles, cuyas consecuencias se están pagando con jirones del modelo y con el descontento de una franja cada vez más amplia de la población angustiada por la suba constante de los precios, lo que se aceleró después de la devaluación.
Si bien las últimas semanas están ofreciendo un atisbo de calma en cuestiones como las cotizaciones del dólar o en la situación del empleo, nadie es capaz de pronosticar que no habrá alguna zozobra, lo que es un problema en sí mismo, ya que las relaciones económicas y políticas atienden a las expectativas.
Sin un plan integral que tratase la inflación a tiempo, el gobierno busca afanosamente domesticar a los formadores de precios con frágiles acuerdos, con controles y sanciones, apelando a los consumidores en la tarea de supervisión. Con marchas y contramarchas advierte que se evaluará la tasa de rentabilidad de los intervinientes en la cadena de valor y nuevas normativas para sumar facultades sancionatorias.
Los legisladores oficialistas ya aportaron iniciativas para modificar la Ley de Abastecimiento y otras normas de regulación que podrán atenuar la especulación, pero difícilmente solucionar lo que no se ha logrado por falta de inversión y de oferta, es decir con política económica conducente.
Década descuidadaVoces oficialistas admiten que no han sido eficaces en desarmar los sectores oligopólicos que, como es la lógica capitalista, buscan maximizar sus ganancias, lo cual se verifica claramente en el negocio de los alimentos que provee el mercado interno, “la mesa de los argentinos”.
El ámbito vitivinícola no está ajeno a esta particularidad y no habrá operativos de compra del Estado ni líneas de crédito ni otros paliativos que alcancen para armonizar a una actividad compleja con actores e intereses diversos, mientras haya mercados concentrados y cambios imprevistos en el marco económico.
Las políticas de largo plazo en el sector, ejemplo para otras actividades, han sido fuertemente afectadas por los impactos negativos de las condiciones generales del país.
Paritarias estratégicasLo que está en juego en esta etapa de paritarias es mucho más que una suba salarial. Para los trabajadores es la necesidad de recuperar el poder adquisitivo perdido, para las empresas el desafío de sostener la rentabilidad y para el Gobierno el riesgo de aumentar el déficit y azuzar la inflación. El punto de equilibrio es finito porque, además, no se puede minar la capacidad de consumo de la población, que es lo que sostiene el modelo y moviliza la recaudación.
La oferta de la Nación a los docentes que sube el piso 22% escalonado en cuotas fue rechazada de plano por los gremios, por lo cual el Gobierno provincial aplazó hasta mañana su reunión con el SUTE para ver cómo evoluciona esa negociación.
El sindicato local no está dispuesto a bajar ninguna propuesta a las bases que sea inferior al 27% y no admite alzas parciales que superen la mitad de año. El conflicto sigue latente y el comienzo de clases por ahora es incierto. Mientras tanto, desde ATE Salud ya avisaron que no van a discutir menos del 45%. Asuntos cruciales que deberán afrontar Francisco Pérez y su gabinete, luego del reposo que le prescribieron al mandatario por su dolencia gastrointestinal.
Pese al contexto, no faltan funcionarios que pronostican un pronto acuerdo en las negociaciones y, como corolario, la aprobación del presupuesto provincial para empezar a transitar un año sin demasiados sobresaltos. Una módica ambición que a estas alturas suena como un verdadero bálsamo.