"Escoleosis", la columna torcida de Ariel Robert
"Escoleosis", la columna torcida de Ariel Robert
Tenemos la opción tranquilizante de echarle la culpa al destino, ó hacernos cargo y propiciar modificaciones substanciales. Claro, pero esto podríamos abordarlo si en verdad tuviésemos la voluntad de hacerlo. Si tuviésemos intención y convicción de alterar lo que nos ocurre como sociedad, sólo la caprichosa naturaleza podría desviarnos, sin embargo, aquí estamos, con una naturaleza apacible y discutiendo todavía cuestiones que ya deberíamos haber resuelto.
Quisiera creer que es casualidad. Los máximos dirigentes del sindicalismo ahora opositor, convocan a una movilización nacional, masiva para el 14 de mayo. Miércoles. Ese día, se cumplirá un cuarto de siglo de un hito político de nuestro país.
Como suele ocurrir, la euforia desembocó en la depresión. La esperanza de aquella incipiente democracia recuperada se había ido diluyendo. Y se precipitó de tal manera la precoz decadencia, que hubo que anticipar los procesos.
El 14 de mayo se dirimió la segunda elección de esta etapa. Los postulantes. Por un lado, un hombre serio, rubicundo, con grandes anteojos negros de carey y un discurso casi solemne y amenazante, gobernador de Córdoba y del mismo signo político que el oficialismo de entonces, pero muy lejos del discurso. Su propuesta: el ajuste. Un lápiz rojo. Por el otro, un personaje que no encajaba en las clases medias típicas argentinas. Remedando a su comprovinciano Facundo Quiroga, emergía una imagen casi anacrónica, Carlos Menem, gobernador de La Rioja. Algunos sólo recuerdan sus profusas patillas pero extrañamente olvidan que fue el único gobernador peronista que apoyó a Alfonsín en un par de propuestas gravitantes. La del plebiscito del Beagle, desobedeciendo la verticalidad partidaria. O sea, la sorpresa es para los desatentos y desmemoriados, ya había claros indicios de su actitud.
El programa televisivo político de entonces, conducido por Bernardo Neustadt, fue escenario para un debate que no fue. La no asistencia del candidato del pj, fue el disparador de la campaña del radicalismo: una silla vacía. El mensaje de Angeloz: un candidato serio. Mientras que el peronismo se encolumnó tras la frase: síganme. El remate : no los voy a defraudar. Tal como se dice en psicología: dime de que te jactas y te diré de qué adoleces. Nada más acorde para la ocasión.
La anticipación de la entrega de los atributos presidenciales, aunque pretendamos hacer intrincadas lecturas, obedeció básicamente al fracaso de la economía, a la inflación -vaya novedad- La revolución productiva promovida por Menem fue reemplazada por la adecuación de Argentina al proceso económico mundial liderado por Tatcher y Reagan especialmente. Privatizar. Achicar el Estado. Apertura económica. Desregulaciones y equilibrio fiscal. Exactamente lo mismo que proponía el César. Me refiero a Angeloz. La repatriación de los restos de Rosas insinuó algo que no fue, ó más bien, fue lo contrario a lo que ese símbolo significaba.
Pero nunca las peleas son de fondo en nuestra política. Menem y Alfonsín acordaron modificar la constitución que permitiría períodos consecutivos y más breves para los presidentes.
Excesivas casualidades se convierten en estadísticas. El 14 de mayo se cumplen 25 años de uno de los candidatos más votados que luego ni el fraude podría explicar quienes lo votaron, quienes lo votamos.
Hoy reviso no sólo los curriculum y filiaciones de los candidatos para el 2015, sino sus ideas motoras y orígenes, y me siento tentado a pedir reemplacen todos los monumentos a San Martín por una buena estatua de Sísifo