Rosana [email protected]
Licenciado en Letras, periodista, hoy Jaime Correas, ex director de Uno, recorre un rol poco conocido como es el de empresario creador de un licor de nuez que ya ganó una doble medalla de oro.
Licenciado en Letras, periodista, hoy Jaime Correas, ex director de Uno, recorre un rol poco conocido como es el de empresario creador de un licor de nuez que ya ganó una doble medalla de oro.
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Jaime Correas (52 años) llega sin necesidad de que nadie lo guíe. Conoce como pocos los pasillos de este diario, que dirigió durante 13 años. Con su título de licenciado en Letras bajo el brazo, tuvo su paso por el diario Mendoza, para luego meterse a esta profesión siendo corrector del número 0 de la revista Primera Fila, en la cual mostró su pluma –y su personalidad– desde el primer número. Llegó a ser jefe de redacción de este matutino y luego sucedió a Alejandro Gómez en su cargo de director. Hoy, alejado de las imprentas y los adrenalínicos cierres de edición, recorre los caminos de la literatura y, polifacético e inquieto, ahora desanda un rol poco conocido: el de empresario creador de una versión mendocina y artesanal de un licor de nuez (nocetino) que bautizó Cariatis, con el que ya ganó una doble medalla de oro en el concurso internacional Vinus 2014.
–¿Qué tenía aquel Jaime Correas de 29 años, cuando comenzó en el periodismo, que este actual de 52 años no tiene o perdió?–Yo creo que tenía mucho más arrogancia y soberbia, que es algo que uno va atenuando con el tiempo, o aprende a disimularla, y obviamente tenía menos experiencia. De alguna manera hoy tengo la sensación de que hoy más viejo uno avanza con más prevenciones. En aquel momento, uno no sabía muy bien para dónde iba, pero iba igual. Nunca tuve la posibilidad de planificar o ponerme objetivos, se iban presentando las cosas y uno optaba por hacerlas o no. Yo en el periodismo opté por hacerlas y me hice un periodista profesional.
–¿Qué te dejaron estos casi 30 años de profesión?–Casi todo, porque aun las experiencias que no tienen que ver con el periodismo directamente, como puede ser la literatura, las amistades, las relaciones, estuvieron muy intermediadas por el periodismo. Creo que es una profesión de tiempo completo, de 24 horas, de pasión. Los periodistas que están en una redacción y no están apasionados hacen de periodistas pero no son periodistas. Los que somos periodistas, de alguna manera es una cosa ontológica, adonde vayas llevamos eso y ponemos esa marca en todo.
–De esos años, pasaste 13 dirigiendo este diario. ¿Qué cobertura recordás como emblemática, por lo que fuere, por la complicación del tema o por tener que tomar la decisión de decir qué se publica y qué no?–Yo lo dividiría en dos. Hay coberturas programadas de las cuales yo me enorgullezco, como fue una de la previa de las elecciones de 2007, cuando llegaron los corresponsales de La Nación a cubrir Mendoza y se llevaron todo nuestro trabajo previo, que era muy planificado, sabiendo un mes antes lo que íbamos a hacer. Las otras eran de inmediatez. Me acuerdo de la noche de la votación en el Congreso por la resolución 125 –del proyecto oficialista de las retenciones móviles–, que por diversas razones absolutamente casuales yo me entero de que Cobos iba a votar así varias horas antes. Recuerdo que estaba en una cena y llamé al diario para decir “hagan tal tapa”. “¿Vos estás loco, como vamos a poner eso!”, me dijeron todos. Llamé al diario La Capital y los diarios UNO de Entre Ríos y Santa Fe para decirles que hicieran tal tapa. Ese día nosotros salimos creo que una hora y media antes que la competencia porque teníamos la tapa hecha. Fue muy excitante porque pasamos toda la madrugada comunicándonos con el jefe de cierre hablando para definir la tapa. O la noche del suicidio de José Genoud, que pasada la medianoche José Luis Verderico se entera yéndose a su casa, se vuelve y me llama para poner el tema en tapa. También están los otros, el día en que la competencia pone el título que vos hubieras querido poner. Esta profesión está muy asociada al mito de Sísifo, es llevar la piedra todos los días hasta arriba para que se caiga y volver a tener que llevarla. Eso es lo excitante.
–Alguna vez te importó que te criticaran, hablo del lector...–Sí, presté mucha atención a las críticas de los lectores. De hecho una vez me asusté porque pusimos un título que tuvo una avalancha de cosas en contra. Fue cuando mataron al Morocha –Matías Cerón, de 18 años–, quien pese a su corta edad tenía una vasta y sangrienta carrera delictiva y fue asesinado por francotiradores en un asalto en la Cuarta Sección, en 2003. Pusimos un título que decía que habían matado al líder de la delincuencia juvenil. La gente dijo que la palabra líder no la podíamos usar, y era para prestarle atención porque era una palabra positiva, y reclamaron que le habíamos dado mucho espacio, que estábamos haciendo casi como apología del delito. Ese día me asusté. Después, el editor siempre tiene que escuchar todo, pero yo dije que un diario es una monarquía, porque hay un momento en que alguien tiene que decidir. Cuando vos te sentás en el sillón del director, la decisión es tuya. Al otro día no podés decir “porque fulano me dijo, porque mengano no me advirtió”. Nada de eso, la decisión es tuya. Si al otro día el lector o el gobernador critica, eso también forma parte del juego.
La frase de la discordia–Una de tus frases, que más se comentaron en la redacción, fue aquella que fue título de una nota que te hicieron: “Tengo la peor idea de los periodistas”. Vos decís que te descontextualizaron...
–No quiero decir que me descontextualizaron porque esa es la reacción típica de quien no le gusta o no quiere haber dicho lo que dijo. Yo la frase la dije y la repito: tengo la peor idea de los periodistas. Nosotros los periodistas somos gente muy complicada. En ese sentido lo digo, poniéndome adentro, porque conozco a los periodistas y soy periodista y me sé complicado. Así publicada provocó mucho enojo en ustedes, que a mí me dio cierto insano placer, porque creo que quien no la sabe leer completa no merece ser periodista. El que la sabe leer sabe que el que tituló así es un mal periodista, le venía bien. Esas son las cosas que le hacen traer descrédito al periodismo. Un buen título es aquel que está sustentado en la realidad, cuando nadie lo puede cuestionar.–Lideraste un diario de papel, ¿cómo ves ahora este periodismo frente a los diarios digitales?–Yo creo que el periodismo sigue siendo el mismo. Es un problema de soporte. Es indudable que los diarios de papel en el mundo están jaqueados y eso hace que haya mucha menos plata para hacer periodismo, y al haber menos plata para pagar periodistas, la calidad ha caído. El digital tiene códigos distintos, claro, pero la esencia en la construcción de una buena noticia es la misma. Después están las metidas de pata de algunos digitales, que publican cosas que no deberían, sin sentido común, queriendo publicar algo que no pasó.
–Eso pasó de alguna manera con la muerte del “Viti” Fayad...–Eso fue algo innecesario. Era una persona moribunda. En ese caso lo importante era cómo lo ibas a dar, no quién era el primero que lo anunciaba. Entonces dar la noticia cinco minutos antes es de una estupidez como para que la profesión se lo replantee. El periodismo no se va a salvar más o menos si da 5 minutos antes una noticia, se salva si da bien la noticia, si es precisa.
–Para quienes pasamos varias ediciones con vos, escuchamos muchas veces esa frase tuya: “Un diario no se hace sin periodistas”...–Es que no existe el periodismo sin periodistas, ese es un mito que están inventando en algunos lugares ahora. Los periodistas son quienes saben cómo hacer determinadas cosas. Es más: voy a ir más allá en la frase, no es la misma nota hecha por Juan que por Pedro. Yo leo, para mi alarma, cada día más en los medios notas que son la gacetilla de prensa. Una decía que tal congreso había sido exitoso y cuando leías la nota era la gacetilla del ministerio. Antes, para hacer esa nota el periodista iba al congreso y si era convocante y demás se titulaba como exitoso. Una cosa es periodismo y otra es gacetillismo.
–Te escuché decir “No tengo nostalgia de lo que pasó...”.–Es así, a todo ese tiempo lo disfruté, pero no va a volver. Ahora por mis libros de Cortázar existo en el mundillo literario y me han invitado a Brasil a 2 congresos internacionales. Y estoy incursionando en un licor de nuez, que se llama nocino. Es una empresa en la que participa toda mi familia y disfruto hacerlo con ellos.