Humberto Notti fuera la niña mimada de los gobernadores, sean del signo que sean. O que en el Hospital Central nunca faltaran remedios o sábanas y que siempre funcionaran losquirófanos y los ascensores. O que en las listas de espera para cirugías del hospital Perrupato, de San Martín, nohubiera, como ahora, más de mil personas anotadas para operarse. O no quedarse con la presunción de que ese niño que murió atragantado hace unos días enLavalle podría haberse salvado si hubiera estado un médico en el centro de salud de Costa deAraujo, al que fue llevado ahogado con una cereza. O que en el Notti no se hubiera hecho una inauguración de cotillón de un servicio de cirugíacardiovascular, que a un mes de ser habilitado (para las cámaras), aún no funciona y para colmo hasido parcialmente desmantelado.
Mal pensados Pero esos mismos contribuyentes suelen tener la sospecha, quizá infundada –porque hay muchagente mal pensada–, de que para los políticos con mayor poder de decisión estos son asuntos que noles mueven la aguja. Este comentarista, en particular, sostiene la peregrina teoría de que esa falta de interéspor la gestión sanitaria deriva del hecho de que la mayoría de los políticos no utiliza loshospitales públicos ni los centros de salud. Ellos tienen medicina prepaga y van a hospitales privados. Una cosa es mezclarse con pobrespara la foto en un acto político y otra, muy distinta, es que ellos, sus mujeres o sus hijos tenganque compartir el baño con otros en el Lagomaggiore o en el Paroissien.
¿Maldita autonomía? Sin embargo, y quizás ardido, por los embates que la incendiaria Raquel Blas y losgremialistas de Ampros han lanzado sobre ciertas cosas que no están bien en el área de Salud, ahoraJaque acaba de poner el dedo en una de las llagas del sistema: la autonomía de los hospitales no hadado los frutos esperados. Para el gobernador, en algunos hospitales los médicos con poder de decisión hacen lo que seles canta. Y algunos jefes de hospitales toman medidas disparatadas amparados en la autonomía. El padre de la ideaA ver, a ver. La descentralización hospitalaria es una idea que lanzó al ruedo José OctavioBordón a comienzos de los años '90, durante el reinado de Menem. Eran las épocas en que el Pilo intentaba darle una carnadura más sensata y política a lasideas de desestatización que, desde la economía, impregnaban toda la vida nacional. La descentralización hospitalaria terminó siendo ley provincial en 1993, durante el gobiernodel sucesor de Bordón, Rodolfo Gabrielli, el mismo que el viernes pasado renunció a su rumbosocargo en el organismo nacional que controla la aeronavegación comercial. El Rolo partió cascoteadopor esa calesita de gremios que hacen casi inmanejable ese sector.
A la buena de Dios Como toda norma, aquella ley descentralizadora de hospitales no era buena ni mala en símisma. Había que ver cómo la aplicaban. Y, sobre todo, cómo la auditaban los sucesivos gobiernos. Porque no era cosa de tirarles los hospitales a varios directorios para que hicieran lo quequisieran. No era una tercerización. Pero ¡sorpresa! Eso fue lo que pasó. Los sucesivos gobiernos fueron dejando los problemas enmanos de esos directorios, algunos de los cuales actuaron bien y otros mal o directamente muy mal. Hace bien Jaque en poner el grito en el cielo contra esto. Lo que hace mal es olvidar quedurante los dos primeros años de su gestión, el Ministerio de Salud estuvo teñido de peleas yrencillas entre un ministro con poder recortado (Saracco) y el cuñado del gobernador (Landete) conpoder sobrevaluado. Ese tiempo precioso pudo haberse usado, por ejemplo, para meter mano en la deficientedescentralización, extirpando lo malo y salvando lo bueno. O directamente proponiendo una nueva ley que fijase una política intermedia u otra quevolviera a concentrar en el Ministerio de Salud la conducción política de los hospitales. Ese tiempo pudo haberse usado, sintetizo, para hacer política.
¿Privilegiados? El Notti, por caso, y por el sólo hecho de estar destinado a los niños, los únicosprivilegiados de este país, debería funcionar como un violín. Una mala gestión en ese nosocomio debería ser como una puñalada trapera para el gobernador. El Notti, el Central, el Lagomaggiore deberían también actuar como un gran laboratorio parapreparar los constantes mejoramientos que se requieren en materia de salud. La reciente rebelión de sindicalistas y activistas que tomaron el Concejo Deliberante deLavalle por el caso de un niño que murió sin la asistencia de un médico, dejó en claro que nosiempre los funcionarios están atentos a lo que pasa en los centros de salud.
El amo tuerto ¿Por qué todos los inviernos los usuarios del Notti tienen que recurrir a los medios decomunicación para que los funcionarios se den por enterados de que la Guardia del hospital de niñosestá atiborrada de pequeños con el pecho cerrado, los cuales deben esperar horas en brazos de susmadres por la escasa cantidad de médicos?Falta más vigilancia del ojo del amo. El ganado no está bien engordado.
Vivarachos Y así lo acaba de admitir el propio gobernador, cuando reconoció los problemas para nombrarmédicos y retenerlos en el interior de la provincia. Jaque sugirió que buena parte de esos profesionales son nenes de mamá, que no quieren haceresfuerzos y que a la primera de cambio dicen que extrañan a la familia. Entonces –explicó– tras haberse presentado a un cargo y logrado estabilidad en el Estado,piden el pase a la Ciudad llevándose el cargo, con lo cual luego hay que generar otro puesto. Como se ve, más delicias de las que genera el conchabo estatal. Pero en las que hay queagregar otro dato para merituar, lo dicho por Jaque: los sueldos de los médicos estatales sonbastante menores que los de muchos asesores truchos o los de punteros ñoquis. Lo que Jaque no reconoce, cuando dice algunas verdades, es que la Administración Públicaprovincial rebosa (desde hace mucho tiempo) de gente que está de más, de empleados que no hacenfalta, que se rascan, que faltan a sus labores sin recibir castigos, que casi nadie controla, quellegan tarde. O que usan el trabajo estatal como beca.