Mala atención en los comercios. Empleados jóvenes desdeñosos. Egos demasiados inflados. El “Divino Tesoro” debe volver a rendir materias.

El desdén detrás de la vidriera

Por UNO

Cargan con demasiado ego. Son jóvenes, chicas y muchachos por lo general vistosos, a quienes se lospuede reconocer rápidamente por cierto rictus de desprecio con el que encaran a los clientes y por

la ausencia de lo que antes se consideraban talentos especiales para la atención al público.

En el caso de ellas ese (des)trato con la clientela suele ser más trabajado, más de mala de

telenovela. Pero de mala finoli. Es como si se sintieran una Malparida en potencia.

Algunas compradoras que dicen ser víctimas habituales de ese tipo de vendedoras aseguran que

las más temibles suelen estar en ciertos locales muy caros, y en particular –vaya a saber por qué–

donde se vende lencería chic.

Un temazo

Que me perdonen los políticos o la recargada agenda de temas rumbosos que los periodistas

hemos transitado esta semana, pero para mí una de las noticias más importantes fue enterarme –a

través de este diario– que, por fin, la actividad comercial de Mendoza reconocía públicamente que

uno de sus problemas más acuciantes era arreglar la mala atención que una parte del personal joven

de sus negocios (hasta hace unos años endiosado por los buscadores de empleados) le dispensa a la

clientela mendocina.

Sociología de verdulería

Más de una vez me pregunté todos estos años cómo podía ser que este tema no explotara siendo

que había tanta gente que en las conversaciones cotidianas se quejaba por el desdén que recibían en

muchos locales donde iban a dejar plata.

"Es simple –le escuché decir una vez a una periodista algo veterana–, comprar es una de las

actividades más reconfortantes que existen, sobre todo si uno se compra ropa o zapatos. Y una vez

que salís con los paquetes en la mano te olvidás hasta del maltrato de algunos péndex".

Pero volvamos a un detalle esencial: ¿tiene alguna lógica que vayamos a un negocio a pagar

para que nos traten mal? ¿Se entiende que es una cosa de locos?

No cuesta demasiado imaginar cómo tratará ese tipo de empleados a alguien que se les aparezca

por el negocio a pedir plata o algo para comer.

Desdeñemos

El caso es que por lo general no se trata de maltratos muy explícitos, sino de desdén, de

ausencia de dones tales como la amabilidad, la simpatía o la predisposición para estar al servicio

del cliente.

Cada empleado de comercio debería repetir cien veces durante las pruebas de admisión: "No

debo olvidar que voy a cumplir una actividad de servicio".

Saludá, che

Una de las características del buen vendedor era aquella que se daba cuando uno entraba a un

negocio y si no había en ese momento un empleado liberado para atender, se le explicaba al cliente

recién llegado, siempre con una sonrisa, que aguardara por favor un momento, que fuera viendo lo

que le interesaba porque en un instante iba a ser atendido. Es decir que el cliente se sentía

reconfortado por ser tenido en cuenta. Vaya usted a lograr algo similar ahora.

En algunas confiterías atendidas por jóvenes uno puede recibirse de mimo haciendo señas que

mozas o mozos jovencitos no se dan por aludidos.

En algunos locales de ropa o zapatos lo más probable es que si el empleado está disponible

haga tiempo charlando con otro, que tarde en darse por aludido (hablando por teléfono, revisando o

mandando mensajes de texto del celu) y que no vaya al encuentro del cliente, sino que deba ser éste

el que tenga que encararlo.

¿Solucionar?

Un cliente que se muestra interesado en comprar necesita no sólo que lo traten bien, sino que

en el comercio estén dispuestos a darle información, a solucionarle problemas (de talles, de

colores, de cuotas).

En cambio, ahora todas esas cosas hay que obtenerlas con tirabuzón. Y queda la sensación de

que nos están haciendo un favor y no brindándonos un servicio.

Es cierto que antes, en el afán de no perder clientes, había algunos empleados que se ponían

un poco enfáticos. Pero eran la excepción.

Patológico

Uno supone que ningún dueño de comercio ha obligado a sus empleados jóvenes a utilizar el

desdén o el trato despreciativo.

Pero entonces, ¿cómo puede ser que durante tantos años hayan dejado extender esas malas

costumbres comerciales como si se tratara de una enfermedad silenciosa que no ofrece indicios?

Está más que comprobado que la culpa del chancho suele ir compartida con la de quien lo

alimenta.

Más vale tarde...

Lo concreto es que ahora los comerciantes están saliendo a buscar personal mayor de 30 años

porque los que tienen entre 18 y 25 siguen demostrando no sólo poco amor al trabajo, sino también

desprecio por los horarios y las responsabilidades.

La Cámara Empresaria de Comercio, Industria, Turismo y Servicios de Mendoza ha salido a decir

con todas las letras lo que cualquier jefe medio puede comprobar en sus ámbitos laborales: muchos

empleados jóvenes son muy estrictos a la hora de reclamar lo que les corresponde pero no adoptan la

misma actitud cuando tienen que cumplir con sus deberes.

El quid

En este concepto puede que esté la madre del borrego.

Es que los jóvenes suelen repetir en sus primeros empleos lo que ya fue una constante en la

escuela: los chicos están llenos de derechos, que sus padres defienden con fruición, pero son muy

remisos a acatar obligaciones.

Y no hay tutía: honrar la obligación es la contraparte indispensable para que pueda seguir

existiendo el derecho.

Comercio y Estado

Pero ¡ojo! Esa actitud desaprensiva de algunos jóvenes no se ve sólo en los comercios.

También se padece en la actividad laboral del Estado, donde al problema en sí hay que

agregarle que muchos de esas chicas y muchachos son apañados por los padrinos políticos que los

hicieron entrar por la ventana sin rendir ningún examen de aptitud.

Dirigentes empresariales han explicado por estos días que si bien los sueldos del sector no

son los mejores, ello no explica que haya empleados que falten sin aviso, que reaparezcan cuando ya

se consiguió el remplazo o que se enfermen con una sospechosa asiduidad para gente tan rozagante.

Si todo esto no es un tema pues, mire usted, escucho ofertas.