El cambio supone una serie de obligaciones que muchos demoran en tomar. La adaptación del bienestar a cambio del pago de un alquiler, ajustar gastos y mantener la limpieza, hace que se demore la decisión. Por otro lado, los padres encuentran el nido va

Dejar la casa de los padres, una decisión que cuesta tomar

Por UNO

Los jóvenes de hoy, de menos de 25 años, que viven aún en casa de sus progenitores, lo piensan mucho antes de irse del hogar familiar, porque junto a ello deben pensar en atarse al compromiso de alquilar una vivienda, tal vez consolidar una relación sentimental y olvidar las comodidades y la seguridad en que viven junto a sus padres.

Buena parte de esta situación se debe a la educación protectora y permisiva de los padres de las últimas generaciones. Esa sensación de bienestar a cambio de casi nada y con tan pocos límites y obligaciones, actúa como freno ante el cambio.

Independizarse de los padres es algo que la mayoría de los  jóvenes quieren hacer en algún momento, explicándose la  importancia de este proceso y los desafíos que traen.

Hay algunos que, sin embargo, siguen dependiendo económica y psicológicamente de sus padres aún siendo ya mayorcitos. Desde ya que hay un momento en la vida en donde no se puede vivir bajo la protección de los progenitores, sino que es más saludable para el crecimiento como persona hacerlo independientemente.

La edad de los veinte trae consigo muchas nuevas propuestas y desafíos que probarán al joven lo fuerte y capaz que es de conseguir lo que busca.

Una vez terminada la universidad o el estudio que esté realizando, es importante tomarse un tiempo para buscar un trabajo que le resuelva la mayoría de sus necesidades. Debe recordar que se aprende intentándolo y probando los límites que se tienen.

Nada es imposible aunque a veces las cosas parecen grises, pero de pronto las cosas se convertirán más claras y se encontrará lo que se busca. Hay que focalizar la mente en las metas y que lo que se busca es legítimo para poder establecerse en el futuro.

Como expresa un dicho muy sabio: "Es la ley de la vida". Un día los hijos se independizan y dejan el hogar familiar. Los padres que han dedicado todas sus energías a su cuidado son más  proclives a padecer lo que llaman "el síndrome del nido vacío", un problema que se puede prevenir y superar.

Los sentimientos de soledad, tristeza y vacío que origina no duran para siempre si se siguen los pasos adecuados. Este sentimiento de malestar y soledad nace en los padres cuando uno o más hijos se van de casa, ya sea para ir a estudiar a la universidad o para simplemente emanciparse.

Afecta sobre todo a las madres. Las personas que lo padecen  suelen ser dependientes, han dedicado su vida a los hijos, se ven a sí mismas sin objetivos, obligación o utilidad una vez que los hijos abandonan el hogar: tienen pocas aficiones y, en muchos casos no trabajan fuera de su casa.

Los sentimientos que afloran son varios; los padres se sienten solos, tristes, preocupados y con cierto nivel de ansiedad. La independencia económica de los jóvenes es un gran paso para la independencia emocional.

Es importante a una determinada edad comenzar a producir su propio dinero y así sentirse que son útiles para lanzarse como adultos en el mundo.

A largo plazo: la educación es una inversión a largo plazo en la que nunca se dejan de hacer "ingresos". Exige a los padresreflexión, disciplina, constancia, esfuerzo y mucha paciencia.

Esta marcha de los hijos es ley de la vida, y todos, padres e hijos, saben que alguna vez ocurrirá. Pero ello no quita que algunas madres hayan de recurrir a los psicólogos.

Algunas dificultades

El éxito o el fracaso de irse de la casa paterna supone dificultades, ya que en este camino hay que articular nuevos mecanismos de adaptación y ajuste.

¿Cuál es la misión? La principal misión de los padres es ayudar y acompañar a los hijos a que se conviertan en personas autónomas. Nunca serán amigos, es fundamental llevarse bien.

Un 70 por ciento de los jóvenes de 20 o 25 años vive aún con sus padres. Lo piensan mucho antes de irse del hogar familiar, y todos en general le dan mil vueltas a la casa antes de suscribir cualquier compromiso de atadura.

Para los padres finaliza un rol importante en la vidaLos padres que ven cómo sus hijos se independizan, suelen sentir un inevitable vacío que los pone melancólicos. Es el síndrome del nido vacío. En el momento de la emancipación, se da un cambio que muchos padres sienten; se termina un rol. El rol de cocinar para ellos, despertarlos y recibirlos.

El hecho de extrañarlos y querer verlos más seguido es tan inevitable como normal, como también les pasa a ellos. Pero eso no quita que la separación sea un proceso natural del crecimiento y maduración, producto de una sana educación que los padres les brindaron a los hijos y que se deba tomar con paciencia y naturalidad.

Ya es tiempo de que los padres se dediquen más a ellos mismos, salgan, trabajen, estudien, compartan más tiempo con los amigos, y otros.

El tiempo dedicado a los hijos durante años, puede transformarse ahora en entretenimiento, estudio o trabajo. El síndrome del nido vacío, una angustia que no se puede evitar. No se puede evitar la angustia que genera la ausencia de los hijos. Es aconsejable que los padres se preparen para la nueva etapa mientras los hijos aún vivan en el hogar familiar.

Esta preparación consiste en ampliar sus redes sociales, así como la calidad de las relaciones. También aumentar el número de  actividades y aficiones que contribuye a prevenir el síndrome del nido vacío.

También es bueno reavivar la vida de pareja y aprovechar esa soledad para recuperar intimidad y el diálogo que quizás no se podía tener cuando los hijos estaban en la casa.

Transformar esta situación en una oportunidad para hacer cosas que no se habían podido hacer, y sobre todo, aceptar la nueva situación, tomando una clara conciencia de que la relación con los hijos cambia, pero no termina.

La familia es como cualquier ser vivo: dinámica y cambiante. Y al igual que el individuo, atraviesa distintas fases en su desarrollo.

Es necesario conocer estos ciclos para entender que la familia sufre esas crisis, por otra parte tan normales e inevitables.

Uno de esos momentos cruciales que viven los padres, cuyo sentido y significado conviene distinguir, es precisamente el de la emancipación de los hijos; una etapa nueva y muy especial para muchos padres, en la que en un principio se impone un sentimiento de extrañeza, vacío y soledad, que genera expresiones como "hay un silencio poco habitual", "la casa está vacía", entre otros sentimientos.

En esa etapa del nido vacío o período de contracción, la familia se reduce y los padres vuelven a estar solos, como hace ya muchos años, pero envueltos en una relación diferente; ni las experiencias vividas ni el tiempo pasan en balde.

FUENTE: Noticias Argentinas