Por Selva Florencia [email protected]
Liniers, el gran dibujante argentino ilustra el último número de la prestigiosa revista de EE.UU. Aquí habla de la infl uencia de Quino y del futuro de la historieta
Liniers, el gran dibujante argentino ilustra el último número de la prestigiosa revista de EE.UU. Aquí habla de la infl uencia de Quino y del futuro de la historieta
Por Selva Florencia [email protected]
Liniers atiende el teléfono de su casa a poco de haber llegado del dentista. “No es nada muy grave, puedo hablar tranquilamente”, confiesa el autor de Macanudo. Es así que, en medio de las felicitaciones yla locura que implicó que un dibujo suyo llegara a la tapa de una de las revistas más importantes del mundo, Ricardo Liniers Siri habla con Escenario sobre el gran momento que vive y cómo aún le parece estar viviendo un sueño.
Además, cuenta de su estrecho vínculo con la obra del mendocino Quino y de su proyecto televisivo, así como la enorme tarea que está haciendo con La Editorial Común, mediante la cual difunde la labor de autores de novelas gráficas e historietistas argentinos y del mundo.
–¿Cómo nace el dibujo que el lunes será tapa de The New Yorker?–Hace un par de años me contactó Françoise Mouly, quien es editora artística de The New Yorker, para que hiciera un libro para su editorial, Toon Books. Cuando hablamos, además me pidió que le enviara unos bocetos para la tapa. Obviamente, no me lo tomé muy en serio. Le mandé algo y después me pidió que lo retocara por acá y por allá. Pensé que lo hacía más de simpática que en serio. Le arreglamos algunas cosas y llegó a la tapa. ¡Así, como así!
–¿Te pidió alguna temática específica?–Generalmente, por el formato que tiene The New Yorker, la tapa no tiene necesariamente que ver con lo que hay adentro. No es obligatorio que haya relación. Puede tener que ver con la vida en Nueva York. En este caso, es tema libre lo que hice. Y es por eso también que a los dibujantes nos gusta tanto esa revista, porque nos deja mucha libertad para hacer lo que queremos hacer.
–Más de un medio destacó que sos el segundo argentino en esa tapa, el primero fue el papa Francisco…–(Risas) Sí. Pero convengamos que el Papa Francisco tiene un poco más de impacto que yo en el mundo (risas). Pero, es simpático, ¿no? Porque los dos somos argentinos.
–¿Qué significa para alguien que ama tanto lo que hace este logro?–Para todos los dibujantes del mundo la tapa de esa revista es como el Monte Everest. Es la que todos queremos y soñamos. Lo que pasa es que lo ves como algo tan lejano que nunca te lo planteás. Nunca podés pensar en serio que vas a hacer una tapa de The New Yorker. Yo todavía no termino de caer en que mi dibujo está ahí.
–Solés nombrar a Quino como uno de tus referentes, ¿has podido conocerlo alguna vez?–Sí. Estuve con él montón de veces, ya sea por la editorial o porque nos hemos encontrado en viajes. Es alguien a quien adoro. Yo empecé a leer libros gracias a Mafalda, entonces el cariño que le tengo va mucho más allá de la admiración. La herencia que tengo de Quino es más a nivel humano que artístico. Además, los que empezamos a leer con Mafalda tenemos la suerte de que tenía sentido. Suele subestimarse lo que uno lee en la infancia y no debería ser así, se piensa que los libros infantiles no son importantes y se escriben rápido, cuando en realidad son la base de la cultura que vas a desarrollar
después. No es lo mismo leer un libro bueno que un libro malo cuando sos chico. Si tenés la suerte de empezar con Mafalda es un buen comienzo.–Otro de tus formadores fue el cine, como La guerra de las galaxias. ¿Hoy que otros productos culturales consumís?–Muchos. Pero eso, se debe a que soy muy fanático de que me cuenten algo. Ya sea a través del cine, una novela o una canción. Si encontrás la manera de que algo me conmueva, ya estoy ahí. Obviamente, ahora que las series son tan finas y complejas, también me seducen. Lo mismo me pasa con las biografías en libros. Mi adicción va por ese lado.
–Con todos los dibujantes que hay en el país, ¿por qué creés que tu trabajo le llega tanto a la gente?–La verdad es que no sé. Lo único que tengo claro es que al lector no hay que subestimarlo y yo no lo hago. Hay un comentario que siempre se hace en televisión, cuando se dice: “Hacemos el programa que la gente quiere ver”. Es una actitud muy siniestra esa, de subestimar la inteligencia de la gente y pretender saber lo que ellos quieren. Yo no tengo la menor idea de lo que quiero yo y de lo que querés vos. Nunca dibujé una historieta pretendiendo saber lo que quería la gente. Hago la mejor historieta que me sale cada día. Trabajo así. Si funciona es por eso, supongo.
–¿Cómo recordás la muestra que hiciste en el Le Parc?–Divina. Fue muy lindo. Fue una muestra muy grande y el día de la inauguración se llenó de gente. Y más todavía por ser la tierra de Quino. ¡Quería quedar bien ahí! (risas). La pasé súper bien. Encima, volví
como al mes y estaba transformado en un aeropuerto. ¡Fue muy loco!–¿Vos decís por la película Vino para robar?–Claro. Estaba ambientado como un aeropuerto. El espacio es impresionante. De repente, estaba haciendo mi muestra y al tiempo, eso ya era un aeropuerto para un rodaje.
–Como dueño de una editorial, ¿qué futuro ves para dibujantes y novelistas gráficos argentinos?–Con la editorial lo que quise fue dar de baja un mito, que es un tema que hace tiempo sucedía. El hecho de que los dibujantes estuvieran acotados a un nicho chiquito, muy temático. Solamente podían hacerse historietas de humor o para chicos. Todo lo demás, en cuanto a la narrativa, no tienen ese freno. Nadie le dijo a Borges qué escribir, o a Isabel Allende o a Stephen King. Cada uno escribió lo que quiso. La historieta no tenía esa suerte, pero desde hace 30 años eso cambió. Hay historietas de política y de historia. El tema es que no llegan acá y me daba bronca, pensar que haya historietistas argentinos que se publican en Europa y no acá. Hablo de tipos como José Muñoz. La idea de la editorial era solucionar eso. Demostrarle a la gente de acá que la novela adulta no son minas en bolas,
sino que existe la gráfica de adultos como existen los libros de William Faulkner. Le damos la chance a muchos de que empiecen sus carreras y traer autores de afuera que ayuden a abrirle la cabeza allector. Ayuda a borrar un poco el prejuicio.–¿Qué proyectos hay para el año?–Vamos a editar, por ejemplo, un libro de Manuel García Ferré, que nunca sacó un libro de historietas en toda su vida. Para ello, recopilamos varias de sus historietas y eso saldrá en volúmenes. Además va a salir otro material de Power Paola, otra dibujante.
–¿Ibas a incursionar en la televisión? ¿Qué pasó con eso?–Es una serie que hice con un amigo, Esteban Menis. Se llama Eléctrica y va a salir en el canal de la Universidad 3 de Febrero, que se lanza en unas semanas. Tiene un humor raro y oscuro, nos divertimos mucho haciéndola y espero que a la gente, le divierta verla.
El día que Liniers invadió el Le Parc
En julio del año pasado, el Espacio Cultural Julio Le Parc, de Guaymallén, ofreció dos grandes muestras del artista Liniers. La idea era ofrecer su trabajo a los miles de niños y padres que visitaran el centro cultural durante las vacaciones de invierno. Liniers estuvo presente en el complejo de Guaymallén y pintó un mural en vivo. Se estima que unas 50.000 personas vieron la muestra ese mes.
Liniers en la tapa
¿Qué es The New Yorker? Es una revista estadounidense semanal de gran prestigio mundial. Aunque se concentra en la vida social de Nueva York, sus famosas viñetas y arte de tapa la han puesto –variasveces– en boca de todos desde su lanzamiento, en 1925.
Trazos: