Por Gonzalo Ponce *[email protected]
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Hay nuevas ocupaciones que van ganando legitimidad. No son trabajos, no están contemplados en ningún convenio, pero obtienen cada vez más entidad y generan mucho dinero.
No hablamos de técnicos de drones o diseñadores de productos a través de impresoras 3D.
Para que se entienda, enumeremos algunas de estas nuevas profesiones que se vienen afianzando.
CueverosSon la evolución de los arbolitos que en las puertas de las casas de cambio ofrecían una mejor cotización que en los mostradores y eludían a la AFIP.
Son los que venden el dólar blue, ese del que no hay que hablar porque es ilegal, pero que todos miran.
Atienden en oficinas feas y sucias (cuevas), o en el baño de un local de otro rubro comercial.
Por suerte el Gobierno devaluó en enero, “para los que nos quieren hacer creer que el dólar vale $13”, declaraban el jefe de Gabinete y el ministro de Economía.
Nueve meses después, los cueveros venden el dólar blue a $15 y tanto han evolucionado en su actividad que hasta han desarrollado un sistema de delivery para los billetes verdes.
Delivery de alcoholYa que de envío a domicilio hablamos, podemos decir que al de las comidas y los dólares se sumó el del alcohol. Igual que en los tiempos de la Ley Seca o como lo hacía el Barón de la Cerveza, alter ego de Homero Simpson en uno de los capítulos de la serie, hay muchos que se encargan de llevar todo tipo de bebidas alcohólicas a los consumidores desprevenidos que se olvidaron de que existe una ley que marca horarios para su comercialización. Su servicio no es barato y la demanda es alta.
Chorros, a mucha honraAndan de caño, rompen puertas, se roban unos nueve autos por día en el Gran Mendoza, son más rápidos que el equipo mecánico de cualquier piloto de Fórmula 1 para sacar las ruedas de un automóvil, y hasta tienen jóvenes promesas que apuran celulares y mochilas en las cercanías de las escuelas a los pibes que estudian.
Algunos explican que son producto de los ’90, del capitalismo salvaje, la escuela poco inclusiva, los shopping, la publicidad, los medios de comunicación, las malas políticas, la indiferencia del mundo y que no les queda otra.
Quizá tengan razón, pero lo cierto es que los chorros han logrado una entidad como nunca en los últimos tiempos: suben fotos a Facebook exhibiendo armas, drogas o el botín de saqueos que, dicho sea de paso, parece estar buscando instalar su temporada oficial en diciembre.
BarrabravasNo sólo dicen qué y cuándo hay que cantar en la popular. También controlan los estacionamientos, racionan el alcohol, las armas y las drogas, y organizan los ajustes de cuenta dentro o fuera de la cancha.
Con espíritu de psicólogos aprietan a los jugadores para subirles la autoestima y que jueguen mejor. Incluso si hay que hacer una pintada y dar vuelta las banderas o los autos de los players también lo hacen.
¡Ah! y consiguen entradas para la final del mundo aunque la madre de Messi la tenga que mirar por TV.
La gente los acepta. Es más, los aplaude cuando entran a la cancha o los reconocen en el micro hipercustodiado en el que se trasladan. Son muchos los que vitorean a algunos integrantes de la 12 o de cualquier otra hinchada famosa. Yo he visto cómo los tipos devuelven esa muestra de cariño dibujando un corazón con sus manos al mejor estilo Justin Bieber o Di María. Increíble.
Docentes sin títuloDurante la semana se conoció una ley en Buenos Aires que convertía en docentes a aquellos que trabajaban en jardines maternales por el solo hecho de darles a estos establecimientos el estatus de escuela. Es decir que se hacían cargo de niños de 45 días a 5 años y accedían a los beneficios de cualquier docente sin tener título docente.
A las dos horas de conocerse la decisión, el gobernador Daniel Scioli anunció el veto.
Sin embargo, en Mendoza, hace ya varios años que, por resolución de la Dirección General de Escuelas, los estudiantes que adeudan pocas materias pueden ejercer la docencia sin título. Tampoco se repite primer grado.
Y las guarderías privadas se habilitan con las mismas exigencias que un almacén por los municipios. Pero ya lo digerimos y nos indignamos con lo que pasa en Baires.
Trapitos y limpiavidriosSon oficios de emergencia. Están en las esquinas límite de Ciudad a pesar de estar prohibidos.
A los limpiavidrios los han querido sacar muchas veces ofreciéndoles trabajo formal, pero siempre vuelven. La explicación es fácil “te ofrecen un laburo medio formal, pero con más horas y menos plata”, dicen.
Los trapitos, en cambio, saben que pierden cuando los regulan, pues dejan de cobrar tarifas antojadizas.
Sin embargo, le encuentran la vuelta rápido y esto se ve en todos los departamentos que implementaron estacionamiento medido: negocian con el conductor una propina sin tarjeta, fraguan comprobantes y dejan un rayón de recuerdo en el auto si se acabó su horario de trabajo y el conductor no regresó.
*El autor es jefe de Noticias en UNO on lineEn Twitter: @gzlponce