Ante la incertidumbre tendemos a "paralizarnos" y a tomar decisiones "como podemos". Quienestienen inversiones en activos financieros (acciones o bonos) no saben si deben venderlos ahora parano seguir perdiendo más de lo que llevan perdido o esperar a que los valores se recuperen. Quienestienen proyectos en mente (ampliar la fábrica, iniciar una construcción, entre otros), dudan entreempezar o esperar. Quienes tienen dólares y salieron airosos de esta crisis, se preguntan si no esmomento de comprar activos financieros o reales. Podríamos decir que para los primeros, la decisión de mantener o vender, sigue la lógica delmodelo de 5 etapas desarrollado por Elisabeth Kubler-Ross en 1969 sobre cómo las personas enfrentansituaciones angustiantes y de tragedia. La primera reacción ante la primera caída de precios es lade "Negación": "esto no puede ser verdad o es algo inventado. Si las malas noticias continúan, sesiente "Enfado". Posteriormente viene la etapa de "Negociación" consigo mismos, que es la que seenfrentan muchos de ustedes hoy: "Sé que este activo (acción o bono) siempre ha gozado de buenacalidad, pero por ahí debería deshacerme de él por un tiempo: siempre lo puedo volver a comprar másadelante". Los inversores que "contestan con el bolsillo" o son poco sentimentales venden el activo,mientras que los más sensibles y "hablan con el corazón" se vuelven indecisos o paralizados con ladecepción o "Depresión". Si son de regodearse con la autocompasión, terminan en la última etapa delproceso de angustia llamado "Aceptación", manteniendo el activo esperando el milagro "de laresurrección" y la vuelta al precio de compra. Quienes quieren llevar adelante proyectos en la economía real o quieren aprovechar las "gangas" en los mercados de valores se sugestionan con razonamientos como: "Estos precios yadescuentan que la gente dejará de alimentarse o de concurrir a sus trabajos"; "Esto ya lo vivimos-invirtiendo en este activo duplicás la guita en un año". Este "exceso de optimismo" y creersetocado con la varita mágica, puede resultar en un rotundo fracaso y verse envuelto en la mismadisyuntiva que señala el modelo de Kubler-Ross. Para quienes recordarán la célebre frase: "Yo leshablo con el corazón y ustedes me contestan con el bolsillo", no deberían tomar decisiones deinversión o financieras por medio de la "intuición" o "sentido común" sino a través de algún métodoobjetivo de valuación de inversiones. Si está pensando en abrir un restaurante, no piense en las recetas exquisitas de su abuelaque pondrá a disposición de los comensales, sino en la cantidad de cubiertos que debe tener atendercada día para cubrir los costos fijos. Si va a invertir en acciones de Google, no lo haga pensandoen el placer que sintió la primera vez que usó este navegador, sino analizando si los ampliosmárgenes de ganancias se mantendrán a futuro. Si está pensando en formar un consorcio para hacer unedificio, no se regocije con el 50% de rendimiento que sacó en el último emprendimiento que hizo,sino haga bien los números para ver si se puede repetir en el futuro inmediato. Claramente, en la actualidad se requiere un análisis profundo, exhaustivo y detallado de cadainversión a realizar y dejar de lado el "bagaje emocional" que llevamos adentro. Claramente que no es muy divertido, pero mucho menos divertido es no poder ocultarle más asus hijos y seres queridos que deben vender la casa para pagar deudas, ¿no? ¡Mis mejores deseos de "éxito" y "prosperidad" para la inversión que viene!