Reaccionar con frialdad de conveniencia y de números cuando le “hablen con el corazón” es lo básico para ser un inversor exitoso.

Contestar con el bolsillo para no equivocarse mal

Por UNO

Hay dos temas que en la actualidad nos tienen muy preocupados a todos los argentinos: por un lado,la fuerte ola de inseguridad cotidiana y por otro lado, cuál será el destino económico y financiero

de la Argentina.

Ante la incertidumbre tendemos a "paralizarnos" y a tomar decisiones "como podemos". Quienes

tienen inversiones en activos financieros (acciones o bonos) no saben si deben venderlos ahora para

no seguir perdiendo más de lo que llevan perdido o esperar a que los valores se recuperen. Quienes

tienen proyectos en mente (ampliar la fábrica, iniciar una construcción, entre otros), dudan entre

empezar o esperar. Quienes tienen dólares y salieron airosos de esta crisis, se preguntan si no es

momento de comprar activos financieros o reales.

Podríamos decir que para los primeros, la decisión de mantener o vender, sigue la lógica del

modelo de 5 etapas desarrollado por Elisabeth Kubler-Ross en 1969 sobre cómo las personas enfrentan

situaciones angustiantes y de tragedia. La primera reacción ante la primera caída de precios es la

de "Negación": "esto no puede ser verdad o es algo inventado. Si las malas noticias continúan, se

siente "Enfado". Posteriormente viene la etapa de "Negociación" consigo mismos, que es la que se

enfrentan muchos de ustedes hoy: "Sé que este activo (acción o bono) siempre ha gozado de buena

calidad, pero por ahí debería deshacerme de él por un tiempo: siempre lo puedo volver a comprar más

adelante".

Los inversores que "contestan con el bolsillo" o son poco sentimentales venden el activo,

mientras que los más sensibles y "hablan con el corazón" se vuelven indecisos o paralizados con la

decepción o "Depresión". Si son de regodearse con la autocompasión, terminan en la última etapa del

proceso de angustia llamado "Aceptación", manteniendo el activo esperando el milagro "de la

resurrección" y la vuelta al precio de compra.

Quienes quieren llevar adelante proyectos en la economía real o quieren aprovechar las "

gangas" en los mercados de valores se sugestionan con razonamientos como: "Estos precios ya

descuentan que la gente dejará de alimentarse o de concurrir a sus trabajos"; "Esto ya lo vivimos

-invirtiendo en este activo duplicás la guita en un año". Este "exceso de optimismo" y creerse

tocado con la varita mágica, puede resultar en un rotundo fracaso y verse envuelto en la misma

disyuntiva que señala el modelo de Kubler-Ross. Para quienes recordarán la célebre frase: "Yo les

hablo con el corazón y ustedes me contestan con el bolsillo", no deberían tomar decisiones de

inversión o financieras por medio de la "intuición" o "sentido común" sino a través de algún método

objetivo de valuación de inversiones.

Si está pensando en abrir un restaurante, no piense en las recetas exquisitas de su abuela

que pondrá a disposición de los comensales, sino en la cantidad de cubiertos que debe tener atender

cada día para cubrir los costos fijos. Si va a invertir en acciones de Google, no lo haga pensando

en el placer que sintió la primera vez que usó este navegador, sino analizando si los amplios

márgenes de ganancias se mantendrán a futuro. Si está pensando en formar un consorcio para hacer un

edificio, no se regocije con el 50% de rendimiento que sacó en el último emprendimiento que hizo,

sino haga bien los números para ver si se puede repetir en el futuro inmediato.

Claramente, en la actualidad se requiere un análisis profundo, exhaustivo y detallado de cada

inversión a realizar y dejar de lado el "bagaje emocional" que llevamos adentro.

Claramente que no es muy divertido, pero mucho menos divertido es no poder ocultarle más a

sus hijos y seres queridos que deben vender la casa para pagar deudas, ¿no? ¡Mis mejores deseos de "

éxito" y "prosperidad" para la inversión que viene!