Carne de Caballo

Por UNO

#Escoleosis, la columna torcida de Ariel Robert

Termina el mes más largo del año. Y sí, enero tiene treinta y un días, como sus sucesores Marzo, Mayo, Julio y otros más, pero es más extenso por una cuestión muy humana y para nada matemática: por sensación. Así como el servicio meteorológico dice 30 grados, y los medios se apresuran en aclarar que son 30 los grados en la escala Celsius pero 30 y pico lo que padecemos. Sensación térmica, le dicen.

También muy usado en cuestiones de la estadística policial. Se habla de sensación de inseguridad. Se acentúa cuando las balas pegan cerca y se morigera cuando estás todo el día con auriculares escuchando música y mirando national geographic y no leés ni los carteles de publicidad. Bueno, con la extensión de enero ocurre lo mismo.

Sucede que después del coctail inevitable de diciembre, la resaca es complicada. Medio aguinaldo que se invierte en las celebraciones de las fiestas. Pero al final del camino la sumatoria de la sidra, papá Noel, el pinito, los reyes, las vacaciones, supera holgadamente al famoso sac. Entonces, llegar luego indemne al día 31, o sea a hoy, es una verdadera proeza. Pero no sería justo adjudicarle esa sensación únicamente a la cuestión meramente económica.

Hay otros aspectos que provocan esa sensación de enero eterno. ¿O no? Convivir 24 horas con las personas que amamos intensamente, es maravilloso, pero más de 5 días, suena a sobredosis. Y aquellos que permanecen muchas horas fuera de su hogar en época laboral, en enero, cuando les toca estar en sus casas, experimentan que la temperatura es idéntica a las del hogar, ó sea, al calor que sienten encima de la chimenea ardiente.

Buscamos calificarlo. Enero es el mes “bisagra ”: Como hemos dicho antes, enero responde originalmente a Jano, que es el Dios que representa la puerta. Uno puede ingresar o salir, como prefiera, pero si el aire está encendido, lo importante es cerrarla.

Y las paradojas hacen que después de protestar por la sensación que provoca enero, acto seguido digamos azorados: “ya gastamos el primer mes completo de 2014…increíble”. Más arduo debe ser para los chinos, que llevan 4712 años en estos menesteres de quejarse.

En China, pero también en Japón, Korea y otros países del oriente, hoy comienza el nuevo año. Ellos siguieron a la luna mientras nosotros nos guiamos por las leyes del Vaticano y sus secuaces astrónomos. Sus ciclos están compuestos por 6 décadas, y se dividen en cinco períodos de 12 años. Una de las diferencias, como se sabe, es la cuestión de las predicciones estelares. Aquí el Zodíaco cambia mes a mes, allá cada animalito responde a un lapso de 100 meses. Sin embargo, no hay demasiadas diferencias conductuales. Los chinos también se toman vacaciones.

Cuestión de volumen. El ministerio de Transporte de la República Popular China estima que se efectuarán en estas vacaciones apenas 3.620 millones de desplazamientos. Sólo 400.000 chinos volarán en aviones de línea, zarparán 21mil embarcaciones náuticas y 860 mil colectivos recorrerán las carreteras.

Asimismo, los pronósticos son tan parecidos a los de aquí que uno llega a sospechar que el horóscopo chino de este año, 4712 o 2014, como prefiera, lo hizo algún economista de la oposición argentina. Según presagian, será un año tumultuoso, problemático, y en algunos sectores catastrófico. Vaya augurio. Y es de esperar, es el año del caballo, con b alta y dos eles pero igual de generoso.