Andrés Gabrielli
Mendoza, sin figuras trascendentes propias, siente una fascinación cholula por los visitantes famosos. Boudou, ministro y galán, encabeza la procesión.
Mendoza, sin figuras trascendentes propias, siente una fascinación cholula por los visitantes famosos. Boudou, ministro y galán, encabeza la procesión.
Andrés Gabrielli
La pérdida de peso que ha experimentado Mendoza en el concierto nacional está asociada a la notable ausencia de figuras locales con arrastre popular.
Lo cual se traduce en un escenario provincial modestito, pobretón, carente de luces, y la consecuente fascinación cholula por los famosos “de afuera”. Vale tanto para el fútbol como para la televisión, para la política como para el jet set.
Quién lo diría, teniendo Mendoza, por primera vez en su historia, un vicepresidente de la Nación nacido en su tierra.
Pero el ex gobernador Julio César Cleto Cobos puede ser, justamente, la metáfora perfecta del descenso provincial a la B, tras haber jugado por un tiempo en primera.
Cobos, hoy, es un freak, una anomalía, una mujer barbuda dentro del entorno presidencial. Lo mantienen en el aislamiento más extremo, como a los apestados del medioevo.
No solo los K exhiben, con ampulosidad, tal sentimiento. También sus correligionarios cultivan con devoción ese rechazo de piel, aunque en tono más reservado.
Monstruo de Frankenstein (o Monstruo del Dr. Kirchner, mejor), Cobos deambula a la deriva, repudiado por unos y otros, sin encontrar refugio ni socios que lo quieran un cachito.
Lo que debió ser, entonces, un honor, una fiesta, para Mendoza, eso de haber puesto un vicepresidente, termina como un cuento de terror, para asustar a los niños y sin demasiada moraleja.
¿Quién es nuestro Del Sel?
Durante esta semana, en nuestra redacción multimedia hubo un interesante intercambio de opiniones entre los periodistas, a propósito de la elección santafesina, en torno de la siguiente pregunta: ¿quién podría ser nuestro Miguel del Sel? ¿Sobre qué figura popular de Mendoza se podría “construir”, de la nada, un candidato, como hizo Macri con el integrante de Midachi?Los resultados fueron decepcionantes.No califica ninguno, por distintas razones.
Entre los humoristas, ¿quién están? ¿Hugo Torrente, Cacho Garay, Jorge Sosa? Ninguno de ellos alcanza un arrastre masivo, en especial fuera de los límites locales, cuestión de transformarlo en un caso de arrastre nacional.
¿El ex patriado Fernando Ramírez? Igual que los anteriores.
El único que cotiza en la “categoría Del Sel” es Mike Amigorena. Pero su interés por meterse, de lleno, en la cosa política, hasta aquí es desconocido.
Lo mismo pasa en el ámbito de la música o del deporte en general. Lejanos -y nostalgiosos- se ven los tiempos en que brillaban Víctor Legrotaglie, Nicolino Locche, Eduardo Copello, Ernesto Contreras... “deportistas del pueblo”.
Ni siquiera pueden sumarse artistas de la valía de Leonardo Favio o Quino, cuyo prestigio mundial no se traduce, aquí, en un romance con la gente, amén de su consabido ostracismo.
En resumidas cuentas: no hay cómo sacar un conejo de la galera. A conformarse con lo que tenemos.
Amado, nuestro Beckham
El poco interés por lo nuestro se traduce en un embobamiento por los ricos y famosos que vienen desde el más allá, desde el círculo áulico.La visita, por ejemplo, del ministro de Economía, Amado Boudou, el viernes, produjo un revuelo similar al que genera David Beckham en otras partes del mundo.
Las chicas suspiraban mientras el rubio galán tiraba besos y repartía sonrisitas, los niños abrían enormes sus ojos mientras el Papá Noel de ocasión repartía notebooks en su escuela, los empresarios aplaudían mientras el candidato a vice desgranaba obviedades de campaña, los funcionarios (incluyendo el gobernador y sus dos candidatos a la gobernación) hacían pogo mientras el ministro guitarrero cantaba junto a La Mancha de Rolando, los hombres de campera negra le mostraban sus preciadas máquinas al funcionario motoquero... Etcétera.
Más propio de Tinelli que de un período eleccionario.
A esto se le llama el retorno de la política con mayúsculas.
El carrusel foráneo
Ahora bien, pensándolo en frío, separando la paja del trigo, en función de las cosas concretas que dejan las visitas de los famosos, ¿son todos ellos bienamados o malamados?Retornemos a Boudou. La gran esperanza, el gran deseo, el sueño total del peronismo mendocino no era que el ministro se pusiera a cantar rocanrol guitarra en mano. Para eso lo contratan a Fito Páez con resultados más profesionales.No. Lo que esperaban, fervientemente, era que el Adonis de Economía “tirara un hueso” respecto de un tema que le quita el sueño al Gobierno provincial y también a las fuerzas vivas de Mendoza: la malhadada promoción industrial. Se esperaba alguna buena noticia sobre el particular.
¿Y qué dijo Boudou? Nada importante. Frases de ocasión. Generalidades, para quedar bien con dios y con el diablo. El mismo tipo de generalidades que dirá en sus visitas a San Juan, San Luis y La Rioja.
El mensaje final, traducido, es: “Llenen otro cupón. Y sigan participando”.
Es cierto que el ministro local, Raúl Mercau, y los empresarios sanrafaelinos sienten que Boudou, palméandoles la espalda, les dio un aval para encontrar vías alternativas.
Ojalá. Por ahora son sólo nuevas promesas. Como las que se vienen escuchando hace meses. Hace años. Ver para creer.
Otros malamados
En la misma categoría dual de bienamados/malamados van revistando los demás peregrinos famosos de la política.Alberto Rodríguez Saá es una oportunidad y un problema al mismo tiempo. Por un lado, según el consultor Santiago Alé, ha subido cuatro puntos su intención de voto en el último mes. Pasó de 12,64% a 16,61%. Pero, a su vez, sigue a años luz de distancia de Cristina Fernández quien, pese a perder cuatro puntos, se mantiene en un suculento 47,25%.
Además, las fuerzas locales que siguen a “el Alberto” ni siquiera tienen aún candidato a gobernador. O sea, que el puntano es bienamado y malamado por partes iguales.
El gobernador santafesino, Hermes Binner, otro de los penitentes en camino a Tierra Santa, ni siquiera entra en la dualidad. Su intención de voto en la provincia es ínfima, arrastra una victoria pírrica en sus confines y sus candidatos de acá corren en el pelotón de cola, juntando gorras.
También se anuncian los aterrizajes de Ricardo Alfonsín y de Eduardo Duhalde.
Algo los une: una adhesión cercana al 9% de los votantes. El dato es penoso para los radicales mendocinos que aspiran a ganar la provincia con Roberto Iglesias a la cabeza. Y una modesta esperanza para el vicegobernador Cristian Racconto, enrolado tras las aspiraciones presidenciales de Duhalde como una subvariante del peronismo disidente.
Tiempos confusos, los electorales nuestros. Al menos no sucumbamos, como dice Pérez Reverte, al “bombardeo de estupidez mezclada con causas nobles”.