Julio César Cleto Cobos tiene un protagonismo inusitado para el lugar que ocupa y es conciente de que cada paso que dé será escrutado por oficialismo y oposición, por propios y extraños. Sabe que está en la pole position para las presidenciales de 2011 y no quiere generar resquemores innecesarios. Quizá por eso prefirió alinearse sin más detrás de la postura oficial de remover a Martín Redrado de su cargo. Sabe además que su consejo no es vinculante o sea, es sólo eso ‘un consejo’ que la Presidenta puede seguir o no en la toma de la decisión final. De nada servía entonces contradecir la mirada de Cristina en un asunto donde las cartas estaba echadas.
Resta saber si finalmente, basándose en el consejo de la Bicameral que fue crítica de la gestión del Central y por dos votos contra uno recomendó alejar al Presidente de la entidad de su cargo, se meterá mano a una cuestión en la que hace tiempo Néstor Kirchner quiere inmiscuirse: la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, un organismo autárquico del Estado Nacional cuya función principal es la de preservar el valor de la moneda. En principio la idea del matrimonio Kirchner sería una autonomía no tan plena y que el Central sea en parte sostén del crecimiento del país pudiendo utilizar sus reservas para crear empleo y generar obras de infraestructura. De hecho, Mercedes Marcó del Pont, la flamante sucesora de Redrado, fue una activa defensora de un ‘nuevo rol’ del BCRA en sus tiempos de diputada nacional kirchnerista.
Quien dice que el voto de Cobos, no muy trascendente en apariencias, no termine siendo el libreto argumental a través del cual los Kirchner justifiquen la reforma a la cuestión de fondo: qué papel debe cumplir de ahora en adelante el Banco Central de la República Argentina.
Aunque su voto fue en contra de que Martín Redrado siga al frente del Banco Central de la República Argentina, puede interpretarse que esta vez el desempate del vicepresidente Julio Cobos fue a favor de la Casa Rosada donde la huésped principal, Cristina Fernández, hace mucho tiempo se siente en las antípodas del mendocino. Para ser más exactos desde que Cobos tuvo que desempatar –aquella fría noche de julio de 2008- el 36 a 36 en el que quedó la votación por la famosa resolución 125.
Desde entonces nada volvió a ser igual entre la Presidenta y su Vicepresidente. Comenzaron las acusaciones cruzadas entre ambos y el pico de tensión llegó hace unos pocos días cuando Cristina decidió suspender un viaje a China para no dejar sentado en el sillón de Rivadavia a nuestro comprovinciano reemplazándola. La desconfianza y la embestida no pararon en el no viaje de la Presidenta, la mandataria mandó a todos los voceros que pudo para que metieran presión en contra de que el mendocino siga sentado en el sillón de Vicepresidente. En otras palabras, para que renuncie. El Vice no se quedó callado y arremetió corajudo desafiando a la Presidenta a que si querían removerlo que le iniciaran un juicio político.
Y pensar que el de Vicepresidente era un lugar que otrora se creía estaba sólo para tocar una campanita y llamar a los señores senadores a que se sienten en sus bancas. La cosa parece haber cambiado y la historia le está dando a un mendocino la posibilidad de desmitificar aquella vieja idea.