Uno podría entender esa necesidad compulsiva de mostrarse si estuviéramos, por ejemplo, anteel caso de postulantes a estrellitas televisivas o a galancitos fugaces. Buena parte de esas chicas y chicos no suelen estar dispuestos a perder tiempo estudiandodanza o teatro sino que buscan aterrizar como un rayo en la pista de Tinelli, en la tira de CrisMorena o en una revista de la Barbieri o de Sofovich, es decir, participar en hechos concretos queles aseguren redituables periplos por Mar del Plata, Carlos Paz y la calle Corrientes, más lasrentables peleas televisivas en lo de Rial o la Canosa.
Mirando hacia Alvear Pero es muy difícil entenderlo cuando gente que no tiene ese perfil mediático descuida tanfácilmente lo que puede llegar a pasarle con la difusión de filmaciones de sus momentos sexuales. El infierno que están viviendo esa ex reina vendimial y ese médico sureños por la difusiónmasiva que ha tenido un encuentro sexual, que ellos mantuvieron, grabaron en video y que hoy paseapor varias páginas porno de internet y en los celulares de medio mundo en el sur de Mendoza, havuelto a disparar un mar de preguntas vinculadas a la ausencia de prevención para que ciertosmomentos que pertenecen al ámbito privado no se masifiquen en la web.
Gema democrática Digamos, para entonar la charla, que uno de los aspectos más ricos del ideario democrático yrepublicano es la importancia que las leyes le otorgan a la privacidad. Fíjese, lector, que la democracia, que es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para elpueblo, les da, sin embargo, una ubicación capital al respeto a las minorías, a la intimidad y a laprivacidad. En democracia, la privacidad está resguardada de manera constitucional. Los argentinostenemos harta experiencia sobre cómo fue vapuleada la intimidad en las dictaduras. Lo privado, lo íntimo son tesoros conceptuales que, si se dinamitan, terminan llevando esedesastre a una de las esencias progresistas de la democracia.
El artículo 19 Lo que se haga dentro de cuatro paredes, entre mayores y con la anuencia de losprotagonistas, no admite la intromisión de nadie. Ni siquiera de la autoridad del magistrado, dicenuestra maravillosa Constitución, la que, y perdón por el consejo, deberíamos estar obligados areleer aunque sea una vez mes por mes. Ese beneficio de civilidad y humanidad secular que nos otorga la ley debería ser mejorhomenajeado por todos nosotros.
Lo que se ve En cambio, el dato certero de la realidad indica que venimos asistiendo a una constantedegradación de esa preciosa intimidad que la Constitución obliga a cuidar. En muchos de los casos esa degradación se da por descuidos de los mismos protagonistas y enotros, por aspectos tan humanos como celos, venganzas o desamores. Pero también, ya lo veremos másadelante, por la apabullante erosión de la explosión tecnológica. Baste recordar cómo terminó en un brutal asesinato el caso de las dos amigas de General LasHeras, en la provincia de Buenos Aires, que a raíz de un video de fuerte contenido sexual se vieronenvueltas en un drama que truncó la vida de una y mandó a la cárcel a la otra. Todo a partir de unvideo de tono sexual.
Pará un cacho Una bárbara (de barbarie) pero también subyugante eclosión tecnológica en las comunicacionesnos está obligando a mutar en la vida cotidiana mucho más rápido de lo que la mente y el almahumana lo permiten. Lo que antes pertenecía a la esfera privada o, a lo sumo, a un grupo selecto de amigos,parientes o confidentes (porque el sexo, reconocemos, posee una carga muy potente) hoy por laexplosión de internet se ha "socializado" y son legión los que se exponen peligrosamente al notomar los recaudos que exigen ciertas imágenes de la vida privada grabadas por ellos mismos.
Soberana y profesional El caso de la ex reina y del médico, que desde el supuestamente apacible departamento deGeneral Alvear saltó esta semana a buena parte de la prensa nacional, no hizo más que ratificar esaextraña costumbre que, como mancha de petróleo, se ha extendido a través de las llamadas redessociales de internet. Cuando este asunto llegó a los medios de comunicación más tradicionales, como los diarios, elvideo hot que contiene una sesión de sexo oral ya hacía quince días que saltaba de un teléfonocelular a otro en el sur mendocino y ya formaba parte de varias páginas porno de las que abundan enla red. La pareja del video padece hoy en carne propia lo que es jugar con fuego en la caldera deldiablo. Ella estaría bajo tratamiento psiquiátrico y ambos con serias crisis en sus familias yentornos laborales.
Ellas, ellos El audio de la filmación deja escuchar claramente cuando la chica le dice a su compañero quelo que van a hacer no es para subirlo a internet. Son las mujeres las que más cuidado deberían tener con estas filmaciones porque la realidadsocial marca que aún son ellas las que más tienen para perder. Pese a los avances en las libertades femeninas, en un escándalo como el de Alvear ellaterminará recibiendo la mayoría de las descalificaciones y él, a pesar de los problemas que lepuede haber generado la situación en su profesión como médico, zafará con honores.
Subime, te subo Pero no todo es sexo en la web. Tanto en Facebook como en Twitter, mucha gente parece estardesesperada por compartir con quien sea (no sólo con sus amigos, sus parientes o sus compañeros detrabajo) lo que le ocurre a diario. Si, por caso, van a una fiesta, la prioridad parece que ya no es divertirse como fin en símismo, sino fotografiarse y filmarse para que a las pocas horas todo eso esté profusamentedistribuido en la red. Si salen de vacaciones, ídem. Cualquiera puede seguir la intimidad de ese paseo familiarentrando a Facebook. Allí nos cuentan lo que han comido ese día, cuántos chapuzones se han dado,adonde fueron a comprar artesanías y hasta si los chicos han hecho la caquita dura o no.