Golpe a golpe. El gobernador juega el juego que más le gusta: enfrentar a las corporaciones del Estado en nombre del ciudadano

Un clásico local: Cornejo contra los magistrados

Por UNO

El gobernador, por estos días, elige el juego que más le gusta y le reditúa jugar: el choque directo con las corporaciones estatales.Le gusta jugarlo no por espíritu lúdico sino porque obedece a su concepción más profunda de lo que hoy debe ser el Estado. Esto es, una herramienta, lo más aceitada posible, en provecho del ciudadano común y no de sus componentes internos, de la pesada burocracia.Lo viene expresando Alfredo Cornejo desde que asumió su gestión.De más está decir que los réditos, en términos políticos, son innegables. Con resultados palmarios en cada una de las últimas elecciones.La primera batalla importante del año, dentro del ámbito de la fuerza pública, ha sido la que más motiva al gobernador: contra el sindicalismo docente, al que considera desfasado de la realidad, poco comprometido con la calidad de la educación y con el destino del alumnado, y empeñado, solamente, en hacer política en la línea urticante de Roberto Baradel y su fuerza de choque bonaerense.La figura, omnipresente en los medios, de Baradel explica gran parte la buena imagen que hoy rodea a la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal.La dirigencia del SUTE, anterior y actual, explica, mal que les pese, parte del respaldo político con que cuenta hoy Cornejo."El día que los docentes comiencen el año escolar protestando y reclamando, tal cual es su derecho, pero dentro de las aulas, con la atención puesta en los niños, ese día van a empezar a ganarse la simpatía de la gente", decía un observador desprevenido cuando se ponía en marcha el Carrusel.Ahora, los jueces¿Cuál es el inconveniente de este modus operandi, de esa manera de ser, cual gallito de riña, que expresa el gobernador?Que se pase de la raya. Que vaya más allá de lo razonable.Lo avisaba, en una reflexión íntima, un alto magistrado al diagnosticar otra de las embestidas que lo estimulan al mandatario: contra los miembros amotinados del Poder Judicial."El problema de Cornejo es que hoy no tiene enfrente una oposición sólida y cohesionada. Entonces, por una dinámica natural, como tiene que confrontar con alguien, termina confrontando consigo mismo", dice el togado en cuestión.Alude, de este modo, al ataque directo que efectuó el gobernador vía Twitter, con un solo dardo lanzado en medio de los actos y las conmemoraciones del 8M: "Ahora resulta que Nélida Rojas, de la Tupac, pide que le devuelvan sus 18 vehículos, sus dos terrenos y su cuenta millonaria. Este acto de caradurez e impunidad se lo debemos a la Octava Cámara del Crimen".Fue un misil de considerable poder de fuego disparado, sin eufemismo alguno, al corazón del problema.Las reacciones fueron las esperadas. La Asociación de Magistrados, puesto que "se le había llenado la casa de humo" a su presidente, Armando Martínez, por la queja airada de sus colegas, se vio en la necesidad de cruzarlo al gobernador.Un especialista en derecho advierte sobre el particular que "muchos están preocupados por entender que los jueces no pueden ser molestados por sus sentencias, cuando en realidad el delito de prevaricato es por lo que dicen las sentencias".En cuanto a la postura pública, el juez que veníamos citando considera que "Cornejo sobreactuó. Esa declaración, en todo caso, debió haberla hecho su ministro político, el ministro de Gobierno".Lo cierto es que el Ejecutivo arrastra una vieja inquina contra la Octava Cámara a la que califica de filokirchnerista y malicia que ha venido haciendo todo lo posible para liberar a Nelly Rojas y a sus socios.Más allá de este partido "para la tribuna" en que se ve envuelta la mayoría de los integrantes y de los bandos, a mitad de semana se retomará el proceso de juicio político que pesa sobre la Octava Cámara por este mismo caso. Un round de alta intensidad.¿Dónde estaba Lorenzetti?Los jueces también fueron noticia en estos días, cuando el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, haciéndose eco, según él, del humor social, salió a pedir cambios en el régimen laboral de los magistrados. Entre otras cosas reclamó mayor cantidad de horas de atención y una revisión de la feria judicial.El Poder Judicial en pleno, a través de sus representaciones corporativas, lo paró en seco a Lorenzetti. Nada se va a cambiar, le comunicaron.Elemental. "Cuando no tenés capacidad -ni voluntad- de cambio, lo que hacés es resistir", explica un exhaustivo conocedor del paño.En Mendoza, la iniciativa causó sorpresa: "Muchos de los cambios propuestos ya los hemos venido implementado en la provincia, como la oralidad. Por otra parte, Lorenzetti hace 14 años que está en el cargo. ¿Recién ahora le agarró el apuro por hacer modificaciones?", señala un funcionario cercano a Cornejo.La explicación de dicha conducta está a la vista. La ensaya un juez mendocino de primer nivel: "Lorenzetti empezó a jugar a la política. Se largó porque este año se elige presidente de la Corte y no la tiene fácil".Otro magistrado a su altura, que ha venido trabajando con denuedo en distintas comisiones, le pone, finalmente, un toque de cordura al proceso: "No alcanzan las buenas intenciones. Lo más realista es: hay que hacer pan con la harina que se tiene".