Ahora se habla y opina del aborto legal. Los padres desoyen los paros y mandan a sus hijos a clase. Los violentos son denunciados

Los vientos sociales nos exigen otras miradas

Por UNO

Desde el Papa peronista que gobierna en el Vaticano hasta alguna gente del ala "conserva" del PRO, sobran los que se preguntan qué bicho le picó a Mauricio Macri con el tema del aborto.No logran comprender por qué les dio vía libre a los suyos para que favorecieran la discusión sobre el aborto legal en la Argentina.Si el Presidente no estaba de acuerdo con la legalización del aborto, ¿por qué habilitaba a los suyos a votar según la conciencia de cada uno y no por mandato partidario? La explicación no es tan difícil. Macri podrá ser gato, HDMP, o trabajar para los ricos, como machaca a diario el peronismo cristinista. Pero ha aprendido a captar para dónde van los vientos sociales.Y se ha dado cuenta de que ninguna ideología -incluida la suya, claro- es tan fuerte como para pretender ponerle freno a la mutante realidad.Agarralo con las dos manosLo del aborto legal es como lo que pasó con el divorcio en determinado momento de la historia argentina: ya no había dique que lo pudiera detener.Mal que les pese a algunos políticos, ellos -como les gusta creer- no son totalmente los hacedores de la historia. Hay asuntos que se les van de las manos.Concretamente ocurre cuando la ciudadanía es la que empieza a imponer ciertos temas en la agenda social. A veces los impone de manera más o menos orgánica (con marchas, campañas en las redes, presencia en los medios), pero no siempre es así.Para mi gusto lo más llamativo sucede cuando las personas de carne y hueso imponen temas de manera natural, sin líderes que les digan cómo pensar, y sin tantas alharacas.Dale que vaPor ejemplo: muchos argentinos que están a favor de la educación pública estatal han terminado mandando a sus hijos a las escuelas privadas porque se cansaron de que en los colegios públicos se nivelara para abajo y se aprendiera cada vez menos.Se cansaron de que la excelencia y la exigencia se hayan convertido en malas palabras en las escuelas que creó Sarmiento con la intención democrática de darles a los niños igualdad de oportunidades.Se cansaron de que los gremios docentes cogobernaran la provincia e impusieran sus pareceres por encima del de los funcionarios que habían sido elegidos por el voto popular.Se cansaron de que las licencias médicas o por cualquier otra causa se hubieran transformado en una industria. Total el Estado Pelotudo no los controlaba.¿Controlar a maestros y profesores? No. Eso es algo de reaccionarios.NaturalmenteEsta semana -y sin querer hacer hocicar a nadie y con la sola idea de defender el derecho de sus hijos a la educación- madres y padres de Mendoza decidieron hacerse oír.Ignoraron el mandato del gremio docente (SUTE) de no enviar a los niños a clases en los dos primeros días del ciclo lectivo.No hubo contramarchas de padres. No hubo hashtags ni consignas en las redes. Hubo simplemente una decisión social natural que decidió expresar el profundo malestar por la pérdida de días de clases.Quedó claro para esos padres que la principal intención del SUTE era la de reposicionar políticamente al gremio.No era nada personal contra el dirigente trotskista Sebastián Henríquez. No lo hacían porque Cornejo hubiese dicho que este sindicalista estaba "para el psiquiátrico".Lo hicieron para demostrar que ellos tienen tanto poder de decisión como un gremio o un gobierno.He ahí lo inédito e históricoGrieta, atrás No se trata de estar a favor del SUTE o de Cornejo. No es grieta lo que propone la ciudadanía en este caso.Es defensa de sus derechos. Es poner las cosas en su lugarLas familias -en particular en las que la madre y el padre trabajan fuera del hogar- tienen que montar a diario un mecanismo de relojería para poder cumplir con sus horarios, para el traslado de los niños, para ir a buscarlos, para tener la comida a tiempo. Para ayudarlos en las tareas.Los niños primero¿Alguna vez se habrán preguntado en las reuniones del SUTE si cada vez que el gremio dinamitaba esa ingeniería familiar no estaba también dinamitando parte de su credibilidad como sindicato?Algo debe quedar claro: que los padres hayan decidido no apoyar las medidas de fuerza del SUTE no significa que no puedan estar de acuerdo con ciertos reclamos.Simplemente han entendido que por encima de esos reclamos está el derecho de sus hijos a tener clases, a recibir una educación de calidad, a pedir que el Estado exija.El caso gatoY termino con lo del comienzo.Macri fue empresario, presidente de Boca Juniors, dos veces jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires y presidente de la Nación. Todos son puestos donde se toman decisiones y donde el accionar cotidiano lo obliga a definir para dónde van los vientos.Los cambios sociales que se están viviendo son impresionantes.Y tocan a las relaciones familiares, a las de pareja, a las elecciones sexuales.La tecnología nos ha trastocado la vida. La sociedad les ha perdido el temor a las iglesias. A Dios gracias.Ha salido a la luz la espantosa violencia de género que ya no se tapa.O los abusos a los niños por parte de curas y obispos.Pero, sobre todo, cada vez adquiere más relevancia el papel que tiene y va a tener la mujer en este siglo 21.Es la mujer la que tarde o temprano va a imponer el aborto legal, como ya existe en la mayoría de los países desarrollados.Todo eso es lo que ha entendido Macri -o se lo han hecho entender- para poder tomar una decisión como la de favorecer la discusión parlamentaria del aborto legalizado.Sin buscarlo, sin proponérselo, sin compartirlo, Macri puede hacer historia. A su pesar.