Recorte de los haberes jubilatorios, pauta inflacionaria, el enero del decreto de necesidad y urgencia y el caso Triaca. Pase y lea

Lo que el trimestre no se llevó

Por UNO

El gobierno de Mauricio Macri recibió en su todo su cuerpo el golpe asestado por la caída en la popularidad de los últimos tres meses. El reajuste a los jubilados, el fracaso en la política antinflacionaria y el aumento de precios más el "episodio Triaca" marcaron en los sondeos de opinión un alerta roja propio de un traspié mayor. Y, ya se sabe, que en el elenco gubernamental que comanda Marcos Peña, las encuestas son centrales.El jefe de gabinete de Cambiemos se ha constituido en el primer ministro más poderoso desde el advenimiento de la democracia en 1983. Habría que remontarse al primer momento de Alberto Fernández en la presidencia de Kirchner para encontrar a un funcionario con tanto poder y ejercicio del mismo. Y, quizá, no tanto. Néstor no tenía ministros que fueran sus ojos y sus oídos. Peña lo es respecto de Macri. Lo particular, además, es que el joven coordinador del gabinete ha construido una imagen pública de un muchacho común, trabajador y corriente sin altisonancias. Salvo el círculo rojo del poder, nadie toma demasiada cuenta de cuánto decide y manda Marcos Peña en este gobierno.Este ministro recibe diariamente el resultado de una muestra estadística que tiene autoría de Jaime Durán Barba. Los cortes de resultado se dan cada ocho días. Las tendencias de los ochos días de hace tres semanas son reemplazadas por las nuevas, creando una especie de tendencia más estable que la fotografía de una sola muestra.El recorte en los haberes a los jubilados decidido en diciembre fue un dolor inesperado en una de las bases de sustentación del PRO. Muchos jubilados y pensionados confiaron su voto al actual presidente, hartos del menosprecio y destrato de la gestión anterior. A pesar de las piruetas verbales y de la zanahoria del reajuste por inflación a futuro, el presente de la caja de ahorro es indiscutible. Los abuelos cobrarán menos. Ni siquiera la reacción sediciosa de los intolerantes de siempre que arrojaron piedras y agitaron el fantasma del helicóptero, amortiguó la poda previsional. Recién hoy, caminando por algunos despachos oficiales, se reconoce el impacto de diciembre pasado.Luego, vino el turno de la pauta inflacionaria y el enero del decretazo de necesidad y urgencia. Es cierto que este último no llega a calar en el sentir popular. Bueno sería que se pretendiera que el ciudadano de a pie fuese experto en técnicas legislativas o excesos en el uso del decreto en contra de la carta magna. Pero que la mayoría no se preocupe del decreto no deja de convertirlo en una norma palmariamente inconstitucional. Pudiendo convocar a sesiones extraordinarias (no hay necesidad), sin que haya una sola norma de la que dependiese una coyuntura vital (no hay emergencia), el presidente atropelló más de un centenar de leyes, derogó diecinueve e inventó otras tantas categorías legales con la mera firma propia y de sus ministros. Inexplicable.Un viejo y prominente radical que sigue públicamente apoyando la coalición gobernante le dijo en off a este cronista: "Nosotros llegamos para normalizar y reactivar la economía y para volver a los principios de la transparencia y el respeto institucional. Por lo primero, la cosa no arranca. El decreto y otras decisiones presidenciales, se lleva puesto lo segundo". Más claro, imposible.La economía para los famosos encuestados por Durán Barba es la calidad de acceso a los productos de consumo. Podría volver a mirarse esto desde el achaque del cambio de expectativa inflacionaria ("recalibrar", bautizó Peña) realizado pocas horas después de haber exigido a diputados y senadores que les aprobasen el presupuesto. Sin embargo, eso sucumbe ante los aumentos concretos de los precios de la canasta familiar y de las tarifas en los servicios. Claro que había que sincerar estos valores. El punto es el modo y la velocidad. El ministro de transporte de la nación asegura que de cada 30 cuadras que un contribuyente viaja en colectivo, 18 las paga el estado con subsidios. Un secretario de estado propuso terminar de quitar los aportes del estado en este año, lo que implicaría incrementar un 60 por ciento más el valor de cada viaje. Macri puso un freno mirado desde la óptica de la política y del comienzo de la campaña hacia 2019.Frente a esto, la estrategia comunicaciones del gobierno parece ser agitar, otra vez, el pasado K o el futuro amarillo. No hay ninguna prueba que esto, en 2018, pueda surtir el mismo efecto que tuvo en las elecciones del año pasado. Es que ya no corre más este temor de que señalar errores del gobierno actual propicia la vuelta de lo terminado en 2015. Lo que representa Cristina Fernández ya fue en la política argentina. No hay chances de su regreso al poder. Ella, y sólo ella, logró construir un espacio tan reactivo a su gestión y modos que la cristalizan en un cuarto (menguante) de la población que defiende dogmas y no ideas racionales. Por eso, la grieta luce poco efectiva. Hugo Moyano y muchos de los grandes sindicalistas merecen ser investigados en proporción al poder que han tenido por años. No hace falta que un delincuente barra brava aparezca justo ahora denunciando lo que debió haberse indagado antes sin la "confesión" de un supuesto "arrepentido". El otrora aliado camionero ha pasado a ser Belcebú en los pasillos de la casa de gobierno. Algunos ya ponen fecha de indagatoria sobre Pablo Moyano, quizá el más complicado de la familia. Otros, se preparan para la embestida del sindicato que propone, luego del 22 de febrero, una especie de protesta de camiones caídos que, sin bloquear caminos, los ralenticen al punto de ser intransitables. El gobierno le reclama a Moyano una suerte de traición a los compromisos contraídos por ambas partes. "Es un desleal. Actuó según su naturaleza", graficó un hombre de Balcarce 50. Es más: los de visiones conspirativas aseguran que el audio de la empleada de Jorge Triaca fue filtrado desde el sindicato que conducen los Moyano. Nadie puede asegurarlo a ciencia cierta. Aunque lo que allí importa es la inexplicable actitud del ministro de trabajo que sigue sin dar las explicaciones públicas en los medios institucionales que corresponden respecto de si se tenía en negro a una empleada en su casa y cómo le consiguió a ella y una decena de amigos trabajo en un sindicato intervenido por su gestión. Como con el decreto, lo que importa es el fondo y no las formas descascaradas.¿Puede la actual administración revertir en la consideración social el mal trimestre padecido? Claro que sí. Aunque, como siempre, dependerá de la realidad tangible de la economía ya no descripta por los discursos sino por el día a día.