Bernardo Stamateas*

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Todos los seres humanos enfrentamos problemas, algunos más graves que otros. Pero también es cierto que podemos verlos como algo muy difícil, o imposible de superar, o como una oportunidad para aprender y crecer.

Frente a una dificultad, tenemos dos maneras posibles de reaccionar. Podemos deprimirnos y llorar, sintiéndonos impotentes; o podemos decidir que esa situación es un desafío que nos permitirá sacar lo mejor de nosotros. A nadie le gusta atravesar una crisis y muchos se sienten avergonzados. La vergüenza es una emoción que limita nuestro potencial y nuestra vida, que nos aísla del resto y nos lleva a esconder toda nuestra capacidad interior.

Quien siente vergüenza cree, con dolor, que es deficiente, inadecuado o defectuoso. Y que, como consecuencia, los demás lo van a abandonar. El vergonzoso suele quedarse paralizado y no logra hacer nada. Por supuesto sufre por eso y su visión de los problemas es la de grandes obstáculos en su camino a superar.

Según la forma en que pensamos de nosotros mismos, es la forma en que enfrentamos las circunstancias de la vida. Y lo que obtenemos en cada situación depende en realidad del mensaje que enviamos al mundo. Muchas veces nos vemos como nos han dicho que somos...

¿Qué significa lo anterior? Todos en algún punto de nuestra historia cargamos con "rótulos". Es decir, con apodos que nos han colocado durante la infancia, de acuerdo con nuestro comportamiento. La mayoría de las veces terminamos creyendo nuestros rótulos, actuándolos y llevándolos con nosotros a todas partes.

La verdad es que la carga de ese rótulo no es lo verdadero y nos aleja de quién realmente somos. Algunos padres les imponen rótulos a sus hijos y los definen, de acuerdo con lo que esperan de ellos. Por ejemplo, que sean grandes o pequeños. Que a una persona le repitan: "Vos sos chico, no podés hacer eso" puede derivar en que ya adulta no se sienta capaz de hacer nada por su cuenta y sea dependiente de los demás.

Existen cientos de rótulos: el orgulloso, el inteligente, el vago, la princesita, el terrible, el materialista, el campeón, el problemático, el buenito, etc. Con el tiempo, el rótulo se transforma en "una marca personal" con una sobrecarga de emociones que nos pueden derribar y jugar en contra. Si, por ejemplo, alguien es "el estudioso de la familia", sufrirá enormemente cuando alguna vez le vaya mal en el estudio.

¿Cómo influye un rótulo en nosotros?

Puede hacer que procuremos la compañía de pares, es decir, de personas que compartan la misma condición que nosotros (en la escuela: el grupo de los "sabelotodos" o el grupo de los "revoltosos"; en el trabajo: el grupo de los "rebeldes" o el grupo de los "sumisos"). Esto no nos ayuda de ninguna manera a salir de este y a crear una identidad basada en una nueva imagen de uno mismo.

¿Tenés algún rótulo? Quizás estés conforme y no te moleste; o tal vez lo rechaces y desees deshacerte de este. Lo ideal en estos casos es descubrir todo el potencial que portamos en nuestro interior y todavía no salió a la luz. Es decir, todas las habilidades latentes que desconocemos y están sepultadas bajo la creencia de quien nos han dicho que somos.

Solo sanando nuestro interior podemos ser libres de los rótulos que nos han impuesto y nos han limitado. La gente libre de rótulos se ama equilibradamente, se respeta y vive bajo seguridad, reflejando todo esto en su mente y en su cuerpo. Es tiempo de enterrar los rótulos y de liberar lo que verdaderamente somos: personas capaces de enfrentar y superar cualquier dificultad.

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