Políticos, economistas, sindicalistas y hasta periodistas no se preocupan por atender al sector más débil de la sociedad

¿A quién le importan los jubilados?

Por UNO

A nadie le importan los jubilados. A los mercados, los gobernantes les hablan. Con los grupos económicos (sic), los dirigentes se desviven. Los políticos les hablan a los otros políticos. Los economistas, rumian ego entre ellos. Los sindicalistas, igual. Y, cómo no, los periodistas, solemos poner a los jubilados en el último renglón de nuestras agendas de trabajo. Pero a los jubilados, nadie les habla, nadie se desvive, nadie se importa por ellos.

Por eso cuando esta semana leí esto, sentí que el silencio ante los que trabajaron toda su vida se hacía más clamoroso: Los jubilados, "el sector social más débil de la sociedad que debería ser intocado por los factores de poder o preservado en todo momento, suele ser el primero en sufragar los costos de las crisis económicas como consecuencia de su proverbial debilidad, a diferencia de los poderes económicos concentrados, políticos, sindicales, entre muchos otros, que -gracias al imperio que ostentan- siempre llevan la mejor parte cuando acaecen tales situaciones de emergencias". Sin apelaciones. Definitivo. Real

Esto es parte de los fundamentos de la sentencia de la Sala II de la Cámara de la Seguridad Social firmada por los doctores Luis Herrero (ya va siendo hora de que se lo reconozca como un prócer en la defensa de la clase pasiva) y Nora Dorado.

Estos dos jueces, acaban de resolver en favor del ciudadano Gabriel Hartmann siguiendo su propia tradición jurisprudencial en defensa de los jubilados y pensionados, desconocida e incumplida por casi todos los gobiernos de los últimos años.

Herrero y Dorado creen que un abuelo tiene, al menos, el derecho a percibir el 70 por ciento de lo que cobraba cuando trabajaba. Por las dudas, no es un acto revolucionario, desestabilizante o golpista. Hay dos jueces que dicen que si trabajaste toda tu vida, el promedio de los últimos 10 años de aportes debería representar, en un 70 por ciento, tu haber jubilatorio. "La prestación previsional viene a sustituir el ingreso que tenía el peticionario (el ahora jubilado, la aclaración es mía) como consecuencia de su labor, de modo que el nivel de vida asegurado por la jubilación debe guardar una relación justa y razonable con el que le proporcionaban al trabajador y a su núcleo familiar las remuneraciones que venía recibiendo y que definían la cuantía de sus aportes, lo que ha llevado a privilegiar como principio el de la necesaria proporcionalidad entre los haberes de pasividad y de actividad", firman sin dudar los jueces. Al menos, traduzco en mis palabras, una jubilación debe ser de un monto lógico para vivir dignamente el titular y su grupo familiar. Herrero y Dorado aclaran, por las dudas, "que la conducta negligente de la administración, llevaría al desconocimiento de la norma constitucional que impone otorgar y asegurar los beneficios de la seguridad social, con carácter integral e irrenunciable". La Constitución, dicho sea de paso.

La sentencia, que no es única pues viene repitiendo lo que estos magistrados dicen hace años, debería tener un impacto social inmenso. Nada de eso pasó. De casualidad, fue referida por algunos medios. Como también viene ocurriendo hace años, el Estado va a apelar la sentencia. Los que hoy gobiernan, como los anteriores y los anteriores, saben que no tienen razón pero van a apelar para ganar tiempo (¿un año?, ¿dos?) y no cumplir su deber. Si dilatar en el tiempo es tan legal desde lo formal como el neologismo "chicanear", desde el fondo de la Justicia ha de ser pesado en la conciencia del que ordena ganarle uno o dos años a los que superan los 70 u 80 años. La administración Macri había prometido no llevar hasta la Corte los casos de reajustes previsionales. Hasta ahora, actúa como el kirchnerismo. Y apela. Chicanea.

Leer fallos judiciales es el tedio consumado. Sin embargo, la excepción a la regla bien podría ser este caso Hartmann. "Al tratarse de créditos de naturaleza previsional, su contenido alimentario exige una consideración particularmente cuidadosa, a fin de que, en los hechos, no se afecten sus caracteres de integrales e irrenunciables, ya que las prestaciones correspondientes tienden a la cobertura de los riesgos de subsistencia y ancianidad, que se hacen manifiestos en los momentos de la vida en que la ayuda es más necesaria, lo que no se compadece con la posibilidad de que las sentencias dilaten sin término la decisión de las cuestiones sometidas a los jueces", citan los magistrados viejos precedentes judiciales. ¿Alguien recuerda a otro servidor público invocando lo difícil que es ponerse viejo y hacer algo al respecto? Dos jueces aquí lo hacen.

Por si alguno cree que hay animosidad política, filiación K o anti K, los dos camaristas ponen cifras. "En junio de 2018 los salarios promedio de la economía formal totalizan la suma de $29.598 ("Remuneración Imponible promedio de los Trabajadores Estables"), por lo que el haber mínimo jubilatorio actual de $8.636 representa el 29,18 % de aquel promedio, muy lejos de una tasa de sustitución razonable a la luz de la garantía constitucional de movilidad que consagra el artículo 14 bis de la ley suprema". Si las leyes de la aritmética no pudieron ser derogadas (aún) en la Argentina, hay que entender que quien se jubila con la mínima, no llega ni al 30 por ciento de lo que cobraba cuando trabajaba.

Si bien la Corte Suprema había fijado en junio de este año un criterio que atendiera las necesidades de los jubilados con referencia a lo que ganaba cuando trabajaba, este fallo es contundente. En la jurisprudencia argentina, los fallos sólo afectan a las partes que litigan. Es decir, si la Corte lo ratificara, beneficiaría al señor Hartman y no al resto de los 3 millones en idénticas situaciones, salvo que se promoviese en el tribunal superior un acción de clase que podría extenderse a todos.

El Gobierno atraviesa la peor crisis económica de su gestión. Corrección: la ciudadanía es la que la atraviesa viendo que el plan pensado para llevar la inflación al 10 por ciento, el crecimiento al 3 y el dólar a 19 (lo firmó el presidente Macri con su gabinete hace un año) estalló con una inflación de más del 45 por ciento, un decrecimiento del 1 (fue creatividad pura del poder cuando Nicolás Dujovne habló de crecimiento negativo) y el dólar a 38, apenas el doble de lo pensado para los que dicen sueltos de cuerpo que la crisis ya pasó. A los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo les concedió 2.700 pesos en dos cuotas para los próximos 90 días (30 pesos diarios). A los inversores, la garantía de recibir sus dólares y hacer lo que quieran. ¿Y a los jubilados? Nada. Ni una ayuda social.

No hay otro modo que cerrar esta nota que con la consideración filosófica más fuerte del fallo Hartman. "El calibre moral de una Nación, su hidalguía o señorío -energía cinética de su desarrollo y crecimiento en todos los órdenes- está dado por el grado de protección que el Estado le brinda a sus sectores más débiles y vulnerables. Eric Fromm señalaba con acierto en su famoso libro El miedo a la libertad, lo siguiente:"Con abierta desatención o con sutil condescendencia, es forma usual de tratar a los que no tienen poder, como los enfermos, los ancianos y los niños".

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