El “porque se me antoja” de Aníbal Fernández respecto del dólar dominó la semana. Difícil para Paco Pérez dotar de seriedad a su tarea bajo ese clima.

Sobreviviendo en Anibalandia

Por UNO

Por Andrés Gabrielli

Paco Pérez no ahorra en dólares. Aunque podría. Sus dos o tres cuentas en los bancos se mantienen en pesos bien argentinos, según confió el viernes en radio Nihuil.

Es un ejemplo público el suyo, pese a que no hizo ninguna arenga encendida en pos de la pesificación ni ha tratado a los argentinos de anormales o de enfermos mentales por inclinarse hacia la verde divisa.

El maltrato, en masa, hacia los connacionales lo efectuó el jefe de Gabinete, Juan Abal Medina, en su exposición ante el Congreso.

Maltrato del que pareciera no haberse dado por aludida la primera plana del Gobierno nacional, desde la Presidenta para abajo, cuyos suculentos ahorros en dólares están a la vista de cualquiera.

¿Es simple desparpajo? ¿O locura aún más fuerte que la “obsesión compulsiva” que padecen los argentinos por el dólar, según Abal Medina?La expresión que resume el momento presente la buriló, justamente, un antecesor de Abal Medina en el cargo, el hoy senador Aníbal Fernández, quien sufre una obsesión no menos preocupante: la de hablar, todo el tiempo, de cualquier tema, para justificar cualquier acción de gobierno.

En su imparable torrente verbal, que lo llevó a ser tratado de “charlatán de feria” por el camionero Hugo Moyano, Aníbal lanzó el concepto dominante de la semana.

Como Fernández es un gran propalador de la pesificación, fue consultado en una radio porteña sobre por qué tiene ahorros en dólares en su cuenta personal. Contestó, con su habitual vehemencia: “Porque se me antoja... Es mi derecho, hago lo que quiero con mi plata”.

“No me pida que haga cosas de idiota”, remató Aníbal.

Su tarascada causó furor en Twitter, deviniendo un popular trending topic bajo la etiqueta #PorqueSeMeAntoja.

Delicias de vivir en Anibalandia.

Sobrevivir en el Mundo AníbalPérez llegó al poder provincial como alguien convenientemente normal. Aun con errores y aciertos como gobernador, se maneja con tino ante los mendocinos.

Lo cual lo deja en un contraste flagrante respecto de los funcionarios nacionales, a los cuales sigue con devoción.

Es como un ciervo adentro de la jaula de los leones.

Paco, por ejemplo, además de no ahorrar en dólares, viene bregando contra los ingentes prejuicios que la promoción industrial le ha producido históricamente a Mendoza.

Abal Medina lo negó. El jefe de Gabinete, en el Congreso, “dio a entender sin pudores que la provincia de Mendoza no había resultado perjudicada por la promoción industrial”, destacaron, azorados, los senadores radicales Juri y Vaquié en un comunicado que titularon Abal Medina o Prefacio para un Manual de barbaridades argentinas.

Cabe recordar que el texto fundacional, la biblia de Anibalandia, es el Manual de Zonceras Argentinas y Otras Yerbas que Fernández publicó el año pasado como un imposible homenaje a don Arturo Jauretche.

Dura tarea para Paco Pérez, fino lector de Antonio Di Benedetto, devoto de Zama, deglutir y memorizar los best sellers oficiales de Anibalandia.

Acerca de la dificilísima reforma

Puesto que Mendoza no es Anibalandia, le va a demandar un esfuerzo ímprobo a Pérez intentar una (necesaria) reforma de la Constitución. Entre otras cosas, para ofrecerle al gobernador la posibilidad de una reelección.

Un embrollo. La provincia se ha empacado sobre este asunto.

Es más fácil, hoy, que en el Congreso de la Nación salga una reforma para la re-re de Cristina que en Mendoza se le habilite apenas un período adicional al gobernador como en una buena parte del mundo democrático.

¿Cuál puede ser una conveniente moneda de cambio, una llave que abra la posibilidad desde la política?Un intercambio que favorezca a todas las partes. Entregarles, por ejemplo, a radicales y demócratas el desdoblamiento de las elecciones y la boleta única. Ambas iniciativas serían beneficiosas para la provincia y para el espíritu federal.

A los intendentes propios, por su parte, dueños de una considerable fuerza legislativa, debería tranquilizarlos respecto de la reforma política, de las indeseadas primarias y de sus propias reelecciones.

Nada es gratis. Ni aquí ni en Anibalandia.

Dar el ejemplo en la Justicia

Si hay un terreno donde Paco puede diferenciarse nítidamente es en lo que atañe a la Justicia.

Mientras la presión sobre los magistrados desde la cumbre del poder político nacional es notoria, como lo demuestra el caso Boudou, en Mendoza, por el contrario, puede iniciarse un alentador proceso de renovación de la Justicia.

La posibilidad se dio por una cuestión práctica. Debido a la amenaza latente de aplicarles el impuesto a las ganancias a los togados y de que, según Diego Bossio, jefe de la ANSES, podría rebajarse el monto de su jubilación y suspenderse su movilidad, han renunciado ya más de 10 jueces provinciales.

Entre ellos, Fernando Romano, de la Suprema Corte; tres camaristas civiles (incluyendo a Alfonso Boulin, de la Primera Cámara Civil de Apelaciones) y tres camaristas laborales.

La sangría podría continuar. Salvini, Böhm y Llorente están en condiciones de retirarse, por edad, de la Corte.

Pero la eventual jubilación que más expectativas despierta es la del procurador Rodolfo González. Su partida, se piensa, permitirá insuflar sangre nueva y vigorosa desde la jefatura de los fiscales.

Mendoza, aquí, está en condiciones dar una nota virtuosa, diferenciándose del proceso mediante el cual Anibalandia busca colocar al funcionario del falso currículum, Daniel Reposo, como remplazante del ex procurador general Esteban Righi.

Y una más para distinguirse. El juez federal por antonomasia de Anibalandia es Norberto Oyarbide.

Pues bien, en Mendoza se ha abierto un enorme hueco en la Justicia federal por una serie de deserciones producidas desde la destitución del camarista Otilio Romano.

Llenar esos casilleros con gente de bien, idónea, moderna, respetable, sería la mejor contribución para escaparles a las zonceras argentinas que imperan en Anibalandia.